Sabéis, este pasado finde me ha tocado viaje, un viaje de los míos, de los que me gustan, en los que al final, por h o por b, terminas recorriendo un buen puñado de kilómetros por carreteras nacionales o secundarias, pasando por sitios y paisajes espectaculares y rehuyendo a toda costa las autovías…
Y sucedió que la ruta de regreso, por motivos “ajenos a mi voluntad” no fue la prevista, sino que me tocó hacerla por unos tramos muy conocidos por mí, aunque hace algún tiempo que no los transitaba: Teruel – Ademuz – Utiel – Requena – Cofrentes – Almansa.
Seguro que a más de uno, seáis de la zona o no, os suena alguno de ellos.
Bien, pues el tema es que esta ruta, durante años, fue como el pasillo de casa, ya que la hacíamos habitualmente en nuestros viajes, aunque últimamente, por circunstancias de la vida, he visto como se limitaban mis posibilidades de hacer estos viajes en grupo y por lo general me toca escaparme solo con mi señora cuando buenamente puedo.
Y claro, al verme en esa ruta tan conocida, tantas veces transitada, no pude evitar el que afloraran los recuerdos… y la añoranza de todo lo vivido en ella.
Porque en esos tramos han sido bastantes las veces que hemos visto ponerse el sol desde nuestras motos, al regreso de Pirineos, de Pingüinos, de alguna de nuestras quedadas, o simplemente ese Domingo que decidimos hacer una ruta algo más larga de lo habitual.
Hemos tenido sol, lluvia, niebla, “piques” o rodadas relativamente tranquilas…
Así que ayer tarde, de repente, ahí estaban esa fila de luces rojas, o blancas en el retrovisor, siempre en marcha, esas siluetas conocidas, trazando curvas cada cual con su estilo, esa amistad sobre ruedas que durante años hemos tenido la suerte de vivir y disfrutar y que durante bastante rato os aseguro que me acompañaron a pesar de ser la mía la única moto cuyo sonido se oía.
Por eso, no sé, necesitaba escribir estas palabras, y he querido hacerlo aquí, en este Foro que desde hace años ha sido y es mi “Casa Motera” –aunque últimamente, también por circunstancias, participe en él bastante menos- ya que aquí han surgido y se han forjado la mayor parte de esas amistades que perduran en el tiempo, aún cuando la vida siga su curso y cada cual su camino, dificultando cada vez más esos encuentros y ratos tan valiosos que hemos tenido.
Con esto tan solo quiero saludar, y rendir un pequeño homenaje, a todos esos amigos que son, que están, aunque tal vez no físicamente, y no solo a los míos, sino también a los vuestros, que a buen seguro más de uno os veréis identificados en situaciones y sentimientos como los descritos, o similares.
Un saludo a todos, y gracias al mundo de la moto por todo lo que nos da.
Y sucedió que la ruta de regreso, por motivos “ajenos a mi voluntad” no fue la prevista, sino que me tocó hacerla por unos tramos muy conocidos por mí, aunque hace algún tiempo que no los transitaba: Teruel – Ademuz – Utiel – Requena – Cofrentes – Almansa.
Seguro que a más de uno, seáis de la zona o no, os suena alguno de ellos.
Bien, pues el tema es que esta ruta, durante años, fue como el pasillo de casa, ya que la hacíamos habitualmente en nuestros viajes, aunque últimamente, por circunstancias de la vida, he visto como se limitaban mis posibilidades de hacer estos viajes en grupo y por lo general me toca escaparme solo con mi señora cuando buenamente puedo.
Y claro, al verme en esa ruta tan conocida, tantas veces transitada, no pude evitar el que afloraran los recuerdos… y la añoranza de todo lo vivido en ella.
Porque en esos tramos han sido bastantes las veces que hemos visto ponerse el sol desde nuestras motos, al regreso de Pirineos, de Pingüinos, de alguna de nuestras quedadas, o simplemente ese Domingo que decidimos hacer una ruta algo más larga de lo habitual.
Hemos tenido sol, lluvia, niebla, “piques” o rodadas relativamente tranquilas…
Así que ayer tarde, de repente, ahí estaban esa fila de luces rojas, o blancas en el retrovisor, siempre en marcha, esas siluetas conocidas, trazando curvas cada cual con su estilo, esa amistad sobre ruedas que durante años hemos tenido la suerte de vivir y disfrutar y que durante bastante rato os aseguro que me acompañaron a pesar de ser la mía la única moto cuyo sonido se oía.
Por eso, no sé, necesitaba escribir estas palabras, y he querido hacerlo aquí, en este Foro que desde hace años ha sido y es mi “Casa Motera” –aunque últimamente, también por circunstancias, participe en él bastante menos- ya que aquí han surgido y se han forjado la mayor parte de esas amistades que perduran en el tiempo, aún cuando la vida siga su curso y cada cual su camino, dificultando cada vez más esos encuentros y ratos tan valiosos que hemos tenido.
Con esto tan solo quiero saludar, y rendir un pequeño homenaje, a todos esos amigos que son, que están, aunque tal vez no físicamente, y no solo a los míos, sino también a los vuestros, que a buen seguro más de uno os veréis identificados en situaciones y sentimientos como los descritos, o similares.
Un saludo a todos, y gracias al mundo de la moto por todo lo que nos da.
Última edición: