Un saludo. Siempre un placer cruzar espadas contigo. Ya lo haremos almorzando pronto.
eso espero!!
respecto a cuándo surgen esas ocasiones en que es mejor acelerar que frenar, cuando tenía motos que no tenían aceleración, no había opción. Si mi rumbo y velocidad eran de colisión, o frenaba o me la daba. Solo recuerdo una ocasión en la que, con mi hermano de paquete en la Vespa 200, yendo por el carril del medio de la Calle Colón, salió de su parada un autobús a la vez que salía de la acera contraria otro autobús de colegio. Hicieron un sandwich Pingu y salí acelerando dándole a ambos autobuses con el manillar, Si llego a frenar, me espachurran del todo. Acelerar fue mi mejor opción. No tenía tiempo para frenar.
Cuando tuve mi primera moto que tenía aceleración, se saltaron la preferencia de un cruce en la zona del marítimo, en Valencia. Eran calles estrechas, poca visibilidad, y seguramente la confianza del poco tráfico le hizo pasar a aquella furgoneta sin apenas reducir pero, si llego a ir en la Vespa, me encala en un primer piso. Aceleré todo lo que pude y aunque la moto derrapó, sólo me dobló la matrícula. El tema de derrapar con confianza me lo dieron muchos años de enduro. Cuando pasé a motos de carretera, no me olvidé de algunos recursos que aprendí con las motos de campo. No es que busque derrapar -bueno, a veces sí

-, sino que no me da ninguna inseguridad. Es algo con lo que me he divertido mucho en tierra y, cuando en asfalto ocurre, el comportamiento de la moto es mucho más dulce y progresivo, aunque a más velocidad que en tierra. Recuerdo en mis primeras salidas de tierra, ir demasiado rápido y ser la curva más cerrada de lo previsto. Frené y me salí del camino. Me dijeron que, si hubiera acelerado en vez de frenar, habría encarado la moto y habría salido cruzado, pero sin perder velocidad ni salirme. Para mí fue una revelación: hacer lo contrario de lo que me dijeron mis instintos, que era frenar. En campo se resuelven muuuchas cosas por acelerar en vez de frenar.
Las situaciones de peligro por entrar las ayudas no fueron por meterme donde no debía ni por ir jugando a saltarme todas las normas. En una curva a izquierdas, amplia y con línea discontínua me puse a adelantar a 2 coches, pues el de delante de los 2 iba notablemente más lento e iba haciendo que nos juntáramos los de detrás y era el primer tramo de discontinua en un rato. Venía un coche a lo lejos y me daba tiempo de sobra, así que inicié el adelantamiento a los 2 coches de una vez. Con un motor 1200cc iba sobradísimo para aquella maniobra. En eso saltó el coche para adelantar al que venía de cara con lo que iba hacia una situación comprometida: yo, adelantando de cara a recta hacia 2 coches de cara que venían hacia mi curva, de los cuales uno venía por mi carril a una velocidad todavía sin determinar, pero mucho más rápido que el que me dió confianza para adelantar. Si frenaba inclinado la moto enderezaría y aún estaba en paralelo además de que había perdido mi sitio, ya 2 coches más atrás. Mi mejor opción era acelerar y acabar el adelantamiento, apartarme a mi arcén y rezar para que el que venía de cara adelantando tuviera tiempo de acabar el suyo. En ese preciso momento el control de tracción entendió que estaba acelerando de más para aquella inclinación, que iba a derrapar y éso podría ponerme en peligro. En ese momento es como si te entrara la reserva. La moto se viene abajo y no acelera. Los huevos empiezan a subirte hasta la garganta. La moto no tira. Entendiendo la situación rápidamente, y decidí que, en vez de dejar margen con el coche adelantado, era mejor enderecé la moto y tirarme a mi derecha. Le pasé casi rozando, pero con la moto mucho más recta para que el control de tracción dejara de actuar. No me gusta adelantar tan apurado, pero es que de tener un adelantamiento fácil, se complicó todo. Sin control de tracción habría tenido una solución un poco más macarra, pero sin duda más rápida: terminar el adelantamiento derivando lateralmente, algo que sé hacer. A veces los recursos te dan salidas que la electrónica te niega. Ese fue un caso claro.
Ahora te voy a poner un ejemplo de ABS. De cara a un semáforo verde, vamos varios vehículos rápido, a la velocidad del tráfico. Seguramente iríamos a 60 ó 70, siendo la reglamentaria de 50, pero en esas avenidas no va a 50 ni el camión de la basura. Se pone el semáforo amarillo y el de delante frena a saco cuando habría pasado de sobra en amarillo en esos metros y a esa velocidad y yo hubiera decidido si me daba tiempo a pasar. Leñe, era de esas que no hubiera frenado ni la Madre Teresa de Calcuta. Pues frenó. Coches en ambos lados, asfalto deslizante. Como vives en Valencia ya sabes que el asfalto de Valencia tiene muy poco agarre. Clavé de detrás, puse la moto de lado, solté frenos, busqué meter la rueda a su izquierda y, tras insinuar el giro, volví a clavar de detrás. La moto pasó de derrapar por la derecha a hacerlo por la izquierda. Solté frenos otra vez y, al enderezarse, ya clavé de delante y detrás y frené sobre la línea. Con ABS creo que me lo hubiera comido. Me hubiera dejado maniobrar algo, pero no ponerme a un metro y medio en paralelo en tan pocos metros. Y sí, distancia de seguridad insuficiente, velocidad antirreglamentaria, acelerar si se pone amarillo... pero vamos, como va todo el mundo en ciudad. Igual soy yo el de delante, freno así de fuerte en amarillo y me arrean por detrás por prudente.
A lo que voy es que hay recursos que son superútiles en situaciones de emergencia, pero los sensores electrónicos a veces los interpretan como situación de pérdida de control y deciden por tí.