En cuanto a la crónica de Javidm, me parece amena y muy bien expuesta, al margen de que sea más o menos parcial o más o menos contrastada. No tengo información suficiente para opinar sobre los motivos que llevaron a este desafortunado triunvirato de concentraciones tan cercanas en el lugar y en el tiempo, aunque he aprendido que la estupidez humana no tiene límites y cuando hay egos de por medio, se tiende a usar los testículos como argumento.
Pero sí tengo formada una opinión de lo que he oído por aquí y por allá y lo que la escuela de la vida me ha enseñado:
Creo que Pingüinos creció tanto que su magnitud desbordó a los organizadores, incidiendo de tal forma en la vida social y económica del pueblo que se hizo imprescindible la implicación de las autoridades locales, o sea que Turismoto dejó preñada a Tordesillas y tuvo que casarse de penalti, la alcaldía hizo de madrina, el pueblo de padrino y los Pingüinos pusieron la dote, los anillos y las arras y pagaron el convite. Los casados sabemos que el matrimonio es otra historia, convivir es conceder, también sabemos lo difícil que puede llegar a ser compartir el mando de la tele.
Y en el matrimonio hay que tener claro cuándo se está a Rolex y cuándo se está a setas, porque cuando se trata de negociar se debe tener el seso despierto y el sexo dormido puesto que el pene, con el adecuado estímulo y bien manipulado por la parte contraria, se endurece y aumenta desproporcionadamente de tamaño a la par que a los testículos se le hace la yema agua, y en dicha tesitura el sentido común se queda sin cobertura. Llegados a este punto el matrimonio termina y empieza el divorcio, o sea, la conjugación completa del verbo putear, y este sí que es hasta que la muerte los separe.
Ya sé que el tema de este post es Eleh ahí mi poya , que traducido del granaíno significa: un despropósito de tres concentraciones que coinciden en tiempo y lugar.
Pero me vais a permitir que dé una breve pincelada de mi experiencia personal. Estuve allí hace 21 años (después de más de 20 años sin asistir a ninguna concentración) para julismear (traducido olisquear, darse un garbeo, irse de postureo) y no he vuelto ni volveré a ir, ni a esa ni a otra concentración, pues me di cuenta de que pertenezco a otra época en la se trataba de una reunión de aficionados a la moto donde conocer gente, ver motos, sacar ideas de accesorios, aprender apaños y contar y oír historias. Ya sé que hoy en día la esencia sigue siendo la misma, pero para mi gusto hay demasiados descerebrados que convierten un desfile de antorchas (una ceremonia fúnebre) en una estampida de caballitos (allí mismo en Tordesillas) e impiden descansar o disfrutar de ese intercambio de historias y apaños a base de una crueldad intolerable con su moto y con los demás asistentes. Sé que muchos dirán que hablo como un viejo y llevan razón, yo mismo lo reconozco, mira tú que yo soy de los que piensan que cualquiera tiempo pasado fue peor, no vayas a comparar mi R1200R con aquella despiadada Ducati Forza que me dio más quehacer que placer, va a ser que estoy jubilado y me he puesto melancólico de mis primeras vivencias en moto.
Lo que sí os puedo decir es que estoy con Trivictor en que una aventura íntima con tu moto (haya o no sexo con ella je je) bien solo o con un pequeño grupo de amigos, es una gloriosa concentración de placer, emociones y experiencias. Ya sé que estoy comparando una cena íntima en pareja con una romería. La verdad es que nunca me han gustado las romerías.