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Colonia de pinguinos emperador en el helado mar de Ross, Antártida.
En una colonia en el helado mar de Ross, los pingüinos padres y su prole aprovechan el breve sol del verano. La distancia hasta el mar abierto varía con las estaciones. En pleno invierno pueden tener que caminar muchos kilómetros sobre el hielo para buscar comida.
Foto: Paul Nicklen.
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Parque Nacional de Garajonay.
El corazón de La Gomera está cubierto por un bosque de laurisilva, reliquia de la Era Terciaria y considerado el mejor vestigio de este ecosistema milenario –no se vio afectado por el incendio del verano de 2012–. Desde San Sebastián de La Gomera, capital insular, la carretera TF-713 asciende en zigzag hasta la entrada de la reserva. De los diversos caminos que penetran en esta selva húmeda y densa, la ruta más accesible es la de Laguna Grande (5 km). Al principio, la senda discurre entre helechos y troncos envueltos por brumas y forrados de líquenes que parecen terciopelo. Más adelante, el visitante encontrará miradores y llegará a la cima más emblemática, el Alto de Garajonay, techo de la isla (1.487 m).
Foto: iStock.
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Velocidad máxima.
Pudiendo alcanzar velocidades de hasta 2,7 metros por segundo bajo el agua, los pingüinos emperador toman impulso para salir disparados desde el mar hasta el hielo como auténticos torpedos. Esto es posible gracias al aire que albergan entre su plumaje, el cual aplican a modo de lubricante para reducir la fricción durante su nado y alcanzar la máxima velocidad posible.
El pingüino emperador -Aptenodytes forsteri- es endémico de la Antártida. Se trata ademas, haciendo honor a su nombre, de la especie de pingüino más grande el mundo. Machos y la hembras son similares en plumaje y tamaño, pudiendo superar los 1,2 metros de altura y los 45 kilogramos de peso. Al igual que las demás especies de pingüinos, el emperador no puede volar, sin embargo posee unas alas rígidas y planas, y un cuerpo hidrodinámico particularmente adaptado al nado.
Los pingüinos emperador cuentan además con otra serie de adaptaciones que hacen de ellos unos excelentes buceadores. Sus huesos son particularmente sólidos y prácticamente carecen de aire en su interior, lo que les permite soportar sin dificultad durante sus inmersiones una presión hasta 40 veces superior a la de la superficie terrestre. Además cuando se sumerge su consumo de oxígeno y ritmo cardíaco se reduce hasta niveles mínimos, haciendo posible que pueda permanecer bajo el agua durante períodos prolongados de tiempo.

Foto: Paul Nicklen.
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Gigantes en el horizonte.
El reflejo de las siluetas de unos turistas sobre la cristalera del edificio desde el que contemplan la puesta de sol, inspiró a Kiichiro Sato, el autor de esta imagen, para capturarlos como si se tratara de auténticos gigantes inalcanzables en la lejanía.
Foto: Kiichiro Sato.
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Foca común en un bosque de kelp en el Banco Cotés, San Diego.
Una foca común asoma entre las algas de un bosque de kelp en el Banco Cortés, una cadena de picos y mesetas submarinas muy poco profundas que hay frente a la costa de San Diego. Esta cima, somera y bañada de luz, alberga una gran variedad de animales y plantas.
Foto: Brian Skerry.
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Sendero sobre el río Kali Gandaki.
Escaladores y científicos siguen un sendero sobre el río Kali Gandaki en la remota región nepalesa de Mustang. Casi 20 metros más arriba se suceden hileras de cuevas artificiales excavadas hace siglos y aún sin explorar. Es posible que haya miles de ellas en la región.
Foto: Cory Richards.
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Cachalotes descansando.
Prácticamente extintos a causa de la industria ballenera, los cachalotes se están hoy recuperando. Gracias a las iniciativas conservacionistas, las Azores son uno de los mejores lugares del mundo para su avistamiento. Esta imagen única muestra un grupo de hembras y sus crías durmiendo en posición vertical en el océano.
Foto AP.
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Un cementerio flotante.
A la espera de ser separados por piezas, un arsenal de barcos de pesca se acumula en las turbias aunque calmas aguas de un dique a las orillas de un río a las afueras de la ciudad de Huai 'an, en la provincia de Jiangsu, China.
Foto: Cordon Press.
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Volando voy volando vengo...
Sorprendido en pleno salto, un pingüino demuestra por qué necesita tanta velocidad. Para salir del agua, a veces tiene que saltar casi dos metros de hielo. Una salida rápida también le permite escapar de las focas leopardo, que a menudo acechan en el borde del hielo.
Foto:paul Nicklen.
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Las Médulas.
En el paraje hoy conocido como Las Médulas se localizaba en el siglo II la mayor mina de oro que tenían los romanos en la Península. El método de explotación que utilizaban derrumbaba los montes, creando el laberinto de picachos ocres que hoy se contempla en este rincón de la comarca leonesa del Bierzo. Desde el pueblo de Carucedo, el principal acceso, surgen dos caminos sombreados por castaños y brezos: el de la izquierda lleva al mirador de Orellán, con la mejor vista del conjunto, y el de la derecha al Aula de Arqueología, donde se explican los valores naturales e históricos del territorio y se inician las visitas comentadas. La más popular recorre las galerías de las minas Cuevona y Encantada, mientras se va narrando cómo era la minería veinte siglos atrás.
Foto: AGE Fotostock.
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Un orangután descansa después de comer en el Parque Nacional Tanjung Puting de Borneo.
Indonesia— Saciado después de visitar la zona de alimentación, Doyok descansa en el Parque Nacional Tanjung Puting de Borneo. El orangután fue puesto en libertad hace unos 20 años tras su rehabilitación, pero a veces regresa en busca de un plátano o un poco de leche.
Foto: Nigel Pavitt.
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Parque Natural de Gorbeia.
Los bosques que tapizan los montes de Gorbeia preservan antiguas cañadas de pastores, hoy recorridas por senderistas. Entre los 14 itinerarios de este parque –el más extenso del País Vasco, con 20.016 Ha–, destaca el que cruza el tupido hayedo de la imagen, cercano al pueblo de Altube. La senda de cuatro kilómetros se topa con el sinuoso arroyo Baias, hábitat de la nutria y el visón. Otra joya natural del parque es el laberinto kárstico de Itxina, cuyo valor geológico motivó su declaración como Biotopo Protegido. Siguiendo otras rutas por Gorbeia se atraviesan prados salpicados de dólmenes como los que se ven en el collado de Arimekorta y se entra en cuevas de estalactitas como la de Mairulegorreta, de 12 kilómetros de profundidad.
Foto: AP.
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La extraña pareja.
Mi esposa y yo estábamos visitando el Parque Natural de Cabárceno con nuestros hijos cuando de repente nos dimos cuenta de que docenas de osos estaban justo en frente de nosotros. Cogí la cámara y el objetivo de 70-200 mm y tomé casi doscientas fotos. Entonces vi a esta rara pareja de osos que parecían estar disgustados el uno con el otro, pero juntos. Me recordó la película de "The Odd Couple" con Jack Lemmon y Walter Matthau.
Foto: Alfonso Dominguez.
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Un orangután descansa después de comer en el Parque Nacional Tanjung Puting de Borneo.
Indonesia— Saciado después de visitar la zona de alimentación, Doyok descansa en el Parque Nacional Tanjung Puting de Borneo. El orangután fue puesto en libertad hace unos 20 años tras su rehabilitación, pero a veces regresa en busca de un plátano o un poco de leche.
Foto: Nigel Pavitt.
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Dan ganas de sentarse al otro extremo del banco y preguntarle: ¿Cómo va eso, jefe? y quedarse un rato mirando a la nada como está haciendo él.
 
Una joven madre con sus cuatro cachorros.
Una joven madre a la que los investigadores llaman Etta recorre con la vista el Serengeti, atenta a cualquier posible señal de peligro, mientras sus cuatro cachorros de 12 semanas juegan a luchar. Un estudio de larga duración ha descubierto que la mayoría de los cachorros de este lugar son criados por un reducido número de guepardos «supermadres».
Foto: Frans Lanting.
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Un paraiso natural.
En el extremo sur del Gran Rift Valley africano, los 4.000 kilómetros cuadrados del Parque Nacional de Gorongosa albergan laderas, bosques de meseta, cañones verticales, sabanas de palmas y humedales. Puntean el bosque los inselbergs de Bunga, antiguos relieves de roca volcánica que afloran aislados debido a la erosión de los materiales más blandos que los rodean.
Foto: Charlie Hamilton James.
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Tanzania, el gran safari africano.
El mundo oscuro de la jungla termina de golpe ante la extensión del lago Manyara, un área encharcada que varía desde los 240 km2 en época de lluvia hasta casi desaparecer en la temporada seca, a mediados de octubre. La vista es sensacional: la selva a las espaldas, un precioso bosque de acacias a la derecha, una sabana herbácea enfrente, un espectacular escarpe de 600 metros de altura al fondo, y el maravilloso lago de aguas someras a la izquierda. Hasta 11 hábitats distintos en una reserva de algo más de 300 km2, todo un muestrario de la naturaleza del África ecuatorial.
Foto: iStock.
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Tierra de masais.
Unos masais y sus preciadas vacas escoltan la bajada al cráter. La tribu, antaño dispersa por todo el Serengeti, fue realojada en las tierras altas del Área de Conservación del Ngorongoro y ahora pastorean sus reses en los nueve volcanes que engloba la reserva. Un grupo de leones descansan junto a un búfalo que han cazado a primera hora. Los masai siguen su camino sin darles la menor importancia.
Foto: CHRISTOPHE RATIER.
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La máscara del macaco.
En algunas ciudades indonesias como la de esta imagen tomada en Surabaya, es usual encontrar macacos cautivos portando máscaras durante horas en diversos espectáculos callejeros. Esta fotografía en la que un macaco agarra con su mano la cadena que le subyuga, denuncia las crueles condiciones a las que en muchas ocasiones se ven sometidos estos animales.:(:(
Foto: Joan de la Malla.
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El segundo mayor cañon del mundo.
Rumbo al sur, en busca de nuevas imágenes paradójicas, llegamos a Lüderitz, una ciudad alemana con iglesias, cafés y edificios que exhiben el modernismo más meridional. Emplazada entre el mar y el desierto, ofrece visitas desconcertantes, como las colonias de pingüinos de la isla Halifax y el pueblo minero abandonado de Kolmanskop, invadido por la arena. Aún más al sur, a seis horas de Lüderitz, hallamos el cañón del río Fish que, con 160 kilómetros de longitud, es el mayor de África y el segundo del mundo después del Gran Cañón del Colorado.
Foto: iStock.
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Elefantes en el Parque Nacional de Chove, Botsuana.
Los elefantes juegan un papel crucial en los ecosistemas de sabana y bosque. La caza de estos animales para abastecer la demanda de marfil en Asia ha diezmado sus poblaciones hasta extremos dramáticos. Un tercio de los elefantes de África vive en Botsuana.
Foto: Frans Lanting.
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La caldera perfecta.
Esta caldera perfecta de 20 km de diámetro, la mayor del planeta tan grande como la isla de El Hierro, se formó hace unos dos millones de años al hundirse un volcán del tamaño del Kilimanjaro cuando se vació la cámara magmática de su base. Desconocemos si nuestros ancestros presenciaron ese cataclismo, o si sus andanzas por las tierras vecinas, por ejemplo en la famosa garganta de Olduvai, comenzaron después. Los safaris dentro del inmenso recinto circular del Ngorongoro permiten contemplar hoy los animales más deseados de África en un espacio mínimo. Y algún hotel de lujo emplazado en el borde de la caldera se permite tarifas por encima de tan incomparables vistas.
Foto: iStock.
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Kruger, Sudafrica.
Es el mayor de los diecisiete parques de Sudáfrica y el más antiguo, creado en 1898. Aunque el paisaje no es tan espectacular como el de la sabana, es el destino perfecto para poder contemplar los big five, los cinco grandes: león, leopardo, búfalo, elefante y el rinoceronte, además de 147 mamíferos protegidos y 517 especies de aves. La mejor época para visitarlo es de mayo a octubre, cuando la hierba está baja y hay mejor visibilidad.
Foto: Gtres.
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Elefante asiatico en la isla de Havelock, India.
En comparación con los árboles, este visitante del bosque lluvioso de la isla de Havelock parece diminuto. Rajan, un elefante asiático retirado del sector maderero, da el mismo paseo todas las mañanas, y a veces se baña en el mar de Andamán.
Foto: Jodi MacDonald.
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Última edición:
La gran migración.
Rumbo al norte, en la frontera con Kenia y el Parque Nacional del Masái Mara, tiene lugar uno de los acontecimientos naturales más impresionantes del mundo: la gran migración. Manadas de ñus, gacelas y cebras, seguidas de sus depredadores, cruzan las vastas llanuras del Serengeti hacia los pozos de agua permanentes.
Foto: iStock.
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La piscina del Diablo.
¿Te atreverías a bañarte aquí? Ya solo el nombre tira para atrás… Esta piscina se forma en el río Zambeze, justo en el borde de las mismísimas Cataratas Victoria. Para llegar a la piscina, hay que cruzar el río, algo que se hace siempre con un guía y únicamente en temporada seca. Un baño de vértigo que raya la imprudencia. Sobre todo, si pensamos que en cualquier momento puede venir una crecida del río.
Foto: AgeFotostock.
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