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Un elefante macho toma un tentempié al atardecer en el Parque Nacional de Gorongosa, en Mozambique. La mayoría de los elefantes del parque fueron asesinados por su marfil, utilizado para comprar armas durante los 15 años de guerra civil de la nación, que terminó en 1992. Controlada la caza furtiva, la población se está recuperando, como revela el fotógrafo Charlie Hamilton James.
Foto: Charlie Hamilton James.
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En el margen este del Salar de Uyuni en Bolivia, los coches de las excursiones tratan de cruzar las llanuras antes de las inundaciones generadas por las fuertes lluvias de marzo. Consejo: No midas el cielo. Normalmente está demasiado brillante y hará que subexpongas el resto de la imagen.
Foto: George Steinmetz.
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Sardinas atlánticas se arremolinan alrededor de los manglares en los arrecifes de coral de Cuba. Estos peces, del tamaño de un dedo, forman grandes bancos para intentar confundir a los depredadores.
Foto: David Doubilet y Jennifer Hayes.
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Un ginkgo pierde sus características hojas amarillas en Ginebra. El ginkgo, que se encontraba en todo el mundo prehistórico, estuvo a punto de extinguirse en China antes de que los urbanistas y jardineros lo extendieran por todo el mundo.
Foto: Fabrice Coffrini.
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El juguete de la elefantita.
Nang Phaya es todavía una cría, pero ya empieza a dominar uno de los instrumentos más versátiles del reino animal: su trompa. El nacimiento de la cría en el ZSL Whipsnade Zoo (Reino Unido), en agosto de 2022, fue recibido con gran entusiasmo como parte de un importante programa de conservación. Su nombre, que significa “reina” en tailandés, es un homenaje a Isabel II, que en 2017 presenció la inauguración del centro de cuidados para elefantes del zoo.
En esta divertida imagen, la pequeña elefanta asiática transporta un trozo de ramita mientras practica movimientos clave para su desarrollo motor y social. Los elefantes no nacen sabiendo usar su trompa: durante las primeras semanas la mueven torpemente, como si no supieran qué hacer con ella. Pero poco a poco, observando a los adultos y jugando con objetos del entorno, aprenden a manejarla con sorprendente precisión hasta que se convierte en una extensión indispensable de su cuerpo. Esta graciosa foto nos recuerda que incluso los animales más grandes del planeta aprenden a base de jugar.
Foto: PA, Cordon Press.
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La estación del amor.
En pleno Pantanal brasileño, el mayor humedal tropical del mundo, dos guacamayos jacintos (Anodorhynchus hyacinthinus) se enzarzan en lo que podría parecer un baile… o un flirteo. Con sus vivos tonos azul cobalto y su envergadura de más de un metro, esta ave es el loro más grande del mundo y uno de los más expresivos. Durante la estación reproductiva, las parejas se cortejan con caricias, chillidos, juegos de persecución y pequeñas disputas teatrales sobre las palmeras. Todo es parte del ritual: conocerse, establecer vínculos y elegir al compañero adecuado.
Estas aves forman lazos monógamos de por vida y comparten la crianza de sus crías, por lo que forjan vínculos muy fuertes. Se comunican con una sorprendente variedad de sonidos, se reconocen mutuamente y muestran comportamientos que los etólogos interpretan como empatía: consolar al otro, compartir alimento o responder ante el malestar ajeno. En cierto modo, no solo aman, sino que saben hacerlo con ternura y constancia.
Foto: Sylvain Cordier.
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El color del Momiji.
Enmarcado por un dosel de hojas rojizas y doradas, el monte Fuji asoma en el horizonte como un dios tranquilo. La escena, tomada a orillas del lago Kawaguchi, cerca de Tokio, encarna dos de los elementos más venerados del paisaje japonés: la intensidad efímera de las hojas otoñales y la eternidad del volcán. Cada otoño, los arces japoneses (Acer palmatum o momiji, en japonés) transforman los bosques en lienzos vivos, atrayendo a millones de personas a contemplar la belleza natural.
El momijigari, o “caza de hojas rojas”, es una tradición ancestral en Japón. Como ocurre con la floración de los cerezos en primavera, el cambio cromático de los arces moviliza cada año a miles de personas, que recorren templos, montañas y lagos para observar el paisaje otoñal. Al fondo del lago se alza el Fuji-san, símbolo sagrado y emblema nacional. Su silueta perfecta, frecuentemente cubierta de nieve, ha inspirado durante siglos a artistas, poetas y peregrinos. Contemplarlo desde las orillas rojas del lago Kawaguchi es una experiencia profundamente estética y espiritual, un diálogo entre la fugacidad del otoño y la permanencia de la montaña.
Foto: Alamy Stock Photo, Cordon Press.
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