Escucha, escucha, que traigo chisme.
En la orilla de una playa de Alaska, dos oseznos grizzly parecen ocupados en algún cotilleo. Uno extiende la pata como si estuviera explicando algo interesantísimo, mientras el otro parece escuchar con atención. La escena, captada en el Parque Nacional Lake Clark, combina a la perfección la ternura y el humor que solo la naturaleza sabe regalar. Los grizzly son animales solitarios en su madurez, pero en sus primeros años dependen totalmente de su madre, que los protege y enseña dónde encontrar comida.
Los osos suelen tener camadas de uno a tres cachorros, pero lo más habitual son dos. Durante los primeros dos o tres años de vida, los hermanos están muy unidos. Esa relación fraternal también les aporta seguridad emocional: cuando la madre sale a buscar alimento o hay una amenaza cerca, se reconfortan mutuamente. Sin embargo, cuando la madre los desteta y se separan, el vínculo no se mantiene a largo plazo; al llegar a la edad adulta, los grizzly son territoriales y solitarios. Si dos antiguos hermanos se cruzan años después, no se comportan como familia: pueden ignorarse o incluso competir de forma agresiva por comida, territorio o pareja.
Foto: Laura Romin & Larry Dalton.