Maldivas: el paraíso índico.
En la isla donde nos alojamos, lejos de los resorts, descubrimos una Maldivas desconocida: lagos interiores, zonas pantanosas, vegetación cerrada y hasta arenas movedizas en las que acabamos embarrados sin esperarlo. Un recordatorio de que, fuera de la postal perfecta que todos imaginan, el verdadero paraíso está debajo del agua. Porque allí, bajo la superficie, late una de las concentraciones de vida más intensas del planeta. Durante años, Maldivas fue un ejemplo mundial a nivel de conservación al prohibir la pesca de tiburones. La vida regresó y se demostró lo evidente: un tiburón vivo vale infinitamente más que uno muerto. Hoy, con esa protección debilitada, el futuro del archipiélago vuelve a pender de un hilo.
Foto: Rafael Fernández Caballero y Gotzon Mantuliz.
El cruce entre atolones.
El mar está tan plano que parece pintado. Dos horas después aparecen unas aletas tímidas. Podrían ser zifios, cetáceos profundos y esquivos. Se sumergen y no regresan.
Foto: Rafael Fernández Caballero y Gotzon Mantuliz.
Un bosque de sueños.
Los rayos del sol se filtran entre los árboles, tiñendo la niebla de ocre y transformando la Reserva Natural de Aulanko, en el sur de Finlandia, en un paisaje onírico. Esta zona protegida, situada en el valle de Vanajavesi, a 130 kilómetros al norte Helsinki, atesora frondosos bosques boreales compuestos por más de 140 especies de árboles y arbustos autóctonos, hábitat de una amplia variedad de avifauna.
Foto: Fiodor Luskin.
El primer encuentro: el tigre del océano.
El objetivo inicial es fotografiar al tiburón tigre en la parte sur del país. Salimos a mar abierto y liberamos sangre de pescado para atraer pelágicos: no para alimentarlos, sino para saber quién patrulla el azul.
Foto: Rafael Fernández Caballero y Gotzon Mantuliz.
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