Puertos y Pantanos 2012, vistos por kamotillo.
No sé como empezar mi primera crónica de mi quinto PP, pero emulando a Rioja me parece una buena manera hacerlo presentando al grupo.
Pe. Poco puedo decir de él, personaje desconocido en este foro. Nuestro antiguo
Pe –el punto es nuevo- imaginó la forma de gastar gasolina a espuertas en un solo día convocando hace ya cinco años este
Divertido Disparate Puertos y Pantanos, y aquí sigue, incansable, convocando salidas y enseñando a montar en moto a todo aquel dispuesto a seguirle, si es que puede.
The Fastest Creo que también tiene amigos por aquí, porque en cuanto ha aparecido en el foro se le han echado encima, algunos debían echarle de menos. Equilibrista de la vida y de la moto, con su personalidad en ambos campos no deja a nadie indiferente.
Kappac o Kapparros –esto del nuevo foro nos ha cambiado la imagen- lobo con piel de cordero, la cabeza sensata del grupo, pero que no le pase una japonesa, que se pone como loco a tirar hasta que la alcanza. Internacional que es uno.
Huaiko, la cámara que todo lo graba, siempre dispuesto a dejarte pasar, no por educado, que lo es y mucho, sino para grabarte por la retaguardia. No se arredra por nada.
andantihino, nuestro bad-boy, tanto le da ir el último para que no se pierda nadie como colocarse el primero y tirar del grupo hasta que nos deja con la lengua fuera. No hay carretera que no conozca.
kamotillo – esa soy yo – el otro día me llamaban
la reina y así me siento por lo bien que me tratan y lo alegre que me traen y me llevan.
Gonzalo y Elena, la pareja en dique seco; juntos en la moto a todos lados, sin perder el ánimo y con los dientes largos a la espera de la próxima cita, se han quedado en tierra en esta ocasión pero nos esperaban como los mejores en la cena para disfrutar del día.
Y por último
Sergio, la juventud y la velocidad juntas y bien revueltas, a ver quien es el guapo que le sigue cuando se pone a tirar.
Y las monturas:
tres alemanotas desgarbadas aptas para todos los terrenos, dos alemanotas peso pesado que se menean en las curvas con una gracia y ligereza que sorprende, otra alemana más fina ella y ligera de cascos, y una austríaca zancuda y angulosa que nos lleva de calle.
Bueno, pues al tajo. La ruta empezaba el sábado, pero ya de días atrás estábamos de los nervios, el mismo viernes hasta lavamos las motos para tenerlas presentables, e incluso hicimos una pequeña maleta con una muda en prevención de ocasionales chaparrones que ya otros años habíamos sufrido y nos habían dejado mojados hasta la ropa interior –permitidme esta finura- Ilusos de nosotros, yendo con Pe es imposible tener tiempo ni de quitarse el casco, como demuestran las fotos, mucho menos de cambiarse una camiseta o unos calcetines.
Salimos de casa a las
06:20h con los ojos bien abiertos, a la gasolinera de Galapagar donde habíamos quedado con nuestros amigos, con tiempo sobrado. Ya con las motos llenas y los bolsillos vacíos, veo pasar a
Pe como una exhalación, y encima me saluda con la mano. Pienso: este va a buscar una farmacia de guardia o a por el periódico que se le ha olvidado, y me quedo tan tranquila. Pues no, es que no habíamos quedado en la gasolinera, un emisario
(The fastest) nos avisa del nuevo lugar de encuentro, total que cogemos las motos y seguimos hasta Galapagar a buscar a nuestros amigos, y allí estaban tan panchos, sentaditos en la glorieta leyendo un libro.
Tras la foto de rigor y las salutaciones, salimos hasta el
Puerto de la Cruz Verde, donde habíamos quedado con Kapparros. La carretera sin un alma, y justo en la subida del puerto, donde empiezan las curvas divertidas, un camión de ganado a paso de burro. Nosotros somos gente de fiar y no adelantamos en prohibido, de modo que en la primera y única ocasión (como conocéis el puerto ya sabéis que no mide más de 200m) pasamos las cinco motos como una sola al camión y al poco llegamos a la Cruz Verde, lugar de reunión motera donde los haya y desgraciadamente cerrado a esas horas de la mañana.
Nueva foto y continuamos ¿a quien le toca ahora tirar? Parece que me dejan pasar, lo que me encanta porque en este tramo está la subida a
Casillas, que es de esas carreteras que me vuelven loca, parece un tobogán, sin rectas y curvas enlazadas y bien peraltadas, entre castaños, con una luz y un olor que a esta hora de la mañana quita el hipo. Además, encima en
Casillas podremos desayunar.
Pues no, en
Casillas el único bar está cerrado. Menos mal que nos armamos de valor y seguimos a Pe hasta el Puerto de Mijares (en estos puertos no hay forma de que te deja pasar, le encantan y cuanto más estrechos y peor asfaltados mejor se lo pasa). Sorpresa, cuando llegamos no al puerto, sino al pueblo de
Mijares ¡Pe se para en un bar!, donde terminamos con la paciencia del propietario y con los donuts.
Ya bien repuestos, tras convencer a Pe de que se fume un cigarrito – única manera de que nos deje descansar un poco – seguimos hasta Mijares, y al sacar los libros para la foto resulta que llevamos toda una biblioteca, de modo que nos ponemos todos a leer en voz alta cada uno un libro, con el guirigay que se arma y la risa que me da casi me caigo del quitamiedos donde estaba cómodamente sentada.
Bajando Mijares se pone delante Tino y pasamos uno de los tramos más bonitos y en este momento peligrosos de la ruta, el enlace entre
Mijares y Serranillos está recién parcheado con grava, de modo que entre maldiciones y con una suavidad pasmosa como si fueramos todos de mantequilla, alcanzamos asfalto seguro y subimos el Puerto a buen ritmo, hasta llegar a la cima, donde tras la lectura de rigor y las fotos, Pe se sube a la moto y tira millas sin mirar si le seguimos.
En la bajada de este puerto, divertido como pocos y con una gran visibilidad, el grupo de delante pasa a un coche, que se nos une y sigue nuestro ritmo hasta el pueblo de Serranillos. Pues no lo vais a creer, pero aunque no íbamos a saco tampoco estábamos parados, y el del coche a rueda todo el rato; Mariano y yo nos quedamos detrás e íbamos flipando viendo lo seguro y rápido que conducía el tío.
Bueno, ya en Serranillos Pe se desvía por una carretera poco conocida (no digo más, es una de nuestras armas secretas) que te lleva casi al alto del
Puerto del Pico con unas vistas espectaculares.
Parada y fonda en el Puerto –digo foto y lectura que es lo mismo – y seguimos delante de nuevo con Tino tirando del grupo. En este puerto, en estas fechas es frecuente encontrar ganado trashumante, y desde luego la carretera estaba adornada con unas preciosas manchas marrones, afortunadamente secas, que nos acompañaron hasta
Venta Rasquilla.
Pasamos de largo
Venta del Obispo y alguno del grupo intentaba llegar hasta Tino para decirle que se había equivocado. Craso error, lo de conseguir alcanzar a Tino por una parte, y lo de la equivocación por otra, ya que lo que Tino buscaba era otro de
nuestros atajos, otra carretera tobogán maravillosa que “acorta” la ruta.
Madre mía, que largo se hace esto, si solo hemos hecho cinco puertos y ya estoy cansada de escribir. A ver si soy capaz de abreviar. Tiramos millas hasta Avila para echar gasolina pasando por el arregladísimo
puerto de Navalmoral, que sale como su nombre indica de dicho pueblo, con las lecturas de rigor en el alto del puerto, y para mi sorpresa se ponen todos en posición de posar para que les haga una foto.
Bajamos a Avila a rueda de
Pe
y tras repostar, se coloca
Kaparros delante para hacer los puertos del
Boquerón y Arrebatacapas, con breves paradas de rigor para leer unos párrafos tira Pe hacia la
Cruz del Hierro donde ¡nos cruzamos con el primer grupo!. Imposible – pienso yo- estos han empezado la ruta ayer, pero no, era que habían tirado todo derecho.
Nos saludamos de cerca al cruzarnos y Pe tira millas, sigo tras él, no es cuestión de perderle, y al llegar arriba nos encontramos solos, a Tino se le hacía corto el puerto y andaba buscando rutas alternativas hasta que vio que no llevaban a ningún sitio y decidió volver a la carretera, como dios manda.
Ya en la bajada de la Lancha,
Fasthet se coloca de costadillo en la moto, todo un poema verle bajar el puerto sin cambiar ¡caramba! Yo creía que eso de descolgarse y del equilibrio era otra cosa. Pero no, es que le dio un tirón en su pierna perjudicada y no podía aguantar sobre la moto, total que quedamos en que aguanta hasta Guadarrama y tirará para casa, por lo que en los
Leones nos despedimos hasta la cena.
Bueno, os había dicho que Tino siempre está dispuesto a tirar delante, pero por más que insisto en que continúe la crónica no hay manera, me toca seguir y sigo.
Encontramos tráfico desde Guadarrama hasta Navacerrada, y ya cansada tiro delante hasta
Cotos con la suerte de que, mientras los demás tienen que aguantar a varios coches, yo me escapo sola y disfruto a tope de estos 7 km de carretera llana que me conozco al dedillo. Vaya gustazo.
En Cotos nos encontramos con
los korbera,
marchosos y alegres como siempre,
y yo que soy una imprudente me digo ¡genial, a ver si podemos parar y nos tomamos unas cañitas con ellos!, pero no es el momento todavía, hemos quedado con Sergio a las 2 en Morcuera, de modo que a tirar sin beber na de na.
En
Morcuera nos sorprende la cantidad de gente que hay, hasta una carpa donde les dan bebidas y todo, y mientras nos sacamos la foto veo a dos paisanos enfilando derechitos hacia nosotros armados de sendos bastones; ¡ojo, pienso, estos vienen a por nosotros!, pero pasan de largo hacia la carpa, es una de esas marchas maratón rompepiernas, estarán locos.
Bien, en Miraflores pararemos. Ni hablar, allí no se para nadie, tiramos a
Canencia tras Pe –como no- y por fin, ya a las 15:00 h, paramos a comer algo y beber en Lozoya. Me tiro derechita a la fuente para refrescarme y nos sentamos en una terraza a tomar unas breves raciones, café y un rato de lectura y descanso bien merecido.
Tras la parada, larga para algunos y tremendamente corta para otros, seguimos a
Navafría. Todo bien en la subida, la bajada es otra cosa, recién parcheada a traición y entre luces y sombras y algún que otro susto bien solventado – menudos pilotos estamos hechos – llegamos a
Somosierra a hacernos la foto de rigor y repostar gasolina. Qué pena de puerto, como ha quedado de abandonado desde que no pasa la nacional por ahí.
Dejamos a un lado Riaza porque esta vez el atajo nos lleva por la estación de esquí de La Pinilla, y empezamos a subir al puerto de
la Quesera, preciosa la gama de verdes del roble y las hayas. Ya cansados bajamos el largo puerto sin ver más alma que un quac –vaya, no sé como se escribe, pero seguro que lo entendéis- que se nos acerca peligrosamente, menos mal que hay espacio para pasar. Y de ahí a
la pianola con el culete reventado de los kilómetros y el cemento, vaya tela esta bajadita, siempre me sorprende.
Ya con los humos más bajos pero a buen ritmo subimos el penúltimo puerto, el de la Hiruela, y continuamos a terminar el reto en el puerto de
la Puebla, preciosa y rápida la subida. En el alto hacemos unas fotos de la biblioteca y decidimos, como no podía ser menos porque somos unos valientes, bajar hasta el pueblo -donde nos tomamos un refresco y nos despedimos hasta la noche- y hacer la carretera recién y fenomenalmente parcheada para volver a casa, a donde llegamos a eso de las 20:00 horas, con tiempo suficiente para darnos una envidiada ducha y partir a reírnos de nosotros mismos y nuestras locuras en la maravillosa compañía de nuestros amigos.
Y hasta el próximo Puertos y Pantanos, ya he cumplido y Tino promete que a mitad de julio –largo me lo fías- tirará del carro para recomendarnos unas amenas lecturas para pasar el resto del verano.
Bsssssssssssssss para tod@s
Postdata: para ser justos debo decir que el que se ha tomado el trabajo de montar la crónica, sacar las fotos, publicarla en la web y manejar estos artilugios diabólicos que se encuentran en las nubes informáticas es Tino. El resto de las fotos podéis verlas en el enlace:
https://picasaweb.google.com/andantihino/PorPuertosYPantanos201223DeJunio?authuser=0&feat=directlink
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un abrazo gentes del mundo[/HIGHLIGHT2]