Vixente
Acelerando
Reflexiones de un motero:
Cuando era pequeño, jugaba a un juego, entre otros, que consistía en ir por la calle, asomándote a la ventanilla del conductor, podías ver el velocímetro del coche, nos basamos en la marca mas alta para decidir cual era el coche mas rápido, había el que marcaba 220, otros 240, ¡otros 260!. Era muy entretenido y te lo pasabas bien mirando las marcas y modelos de los coches.
Lo mismo hacia con las motos, cuando tenia alguna cerca, siempre iba a mirar “cuanto corría”, a lo largo de los años, mi padre tubo motos que corrían mucho, algunas 220km/h otras 240, otras 280… hay que ver como corrían, si señor.
Ya mas crecidito, cuando la mente se te empieza a espabilar, me di cuenta, que muchos coches y muchas motos no llegan nunca a la velocidad máxima del marcador, esto me lo explico mi padre. El mismo que me explico como funcionaba un motor y que era un cilindro y una biela, entra otras muchas cosas del mundo este.
Cuando empecé a ir de paquete con el, empecé a darme cuenta de cosas que no sabia, hay que ver como se me mueve la cabeza por el viento, joder! vamos a 180… a 200 km. por hora! En aquellos momentos lo que no pensaba era, si yo seria capaz de llevar una moto a esa velocidad… en aquellas curvas, lo que yo no me planteaba era, si yo seria capaz de frenar, trazar y salir como lo hacia mi padre… en aquellos momentos me limitaba a disfrutar del viaje, de las curvas y del dolor de cuello cuando hacia mucho viento.
Cuando me subí a mi primera motocicleta, no hace mucho tiempo, era para mi una montaña cuesta arriba, era muy difícil, se me calaba siempre, me daba un poco de miedo. Por un tiempo me desentendí y grande fue el día que me arme de valor para empezar de 0, pues desde ese día no ha pasado noche, que no haya pensado en algo relacionado con las motos.
Moviéndome como me he movido entre las cifras 58 y 72. Me doy cuenta que las monturas que he tenido me han servido como base, para saber llevar una moto decentemente. Moviéndome en ese margen, me doy cuenta, como siempre me recuerda mi padre, de que de poco sirven 170 caballos, si eres incapaz de usar 100. Aplicando esta regla, me pregunto si habré usado los 70 que tiene mi actual montura. La duda me corroe… o quizás no.
La hipocresía de la gente, a estas alturas, poco me sorprende. Pues las historias que me cuentan unos y otros hacen que me pregunte si tienen, o si tengo, la moto ideal. Pues para que voy a gastarme dos millones cien mil pesetas en una BMW totalmente equipada, pero con 70 caballos, pudiendo comprarme un pepino de 140,150,160 o mas caballos, e ir por siempre sobrado… Y a mi nadie me va a adelantar pues soy quien mejor lleva la moto y quien más veloz va.
Como esa no es mi manera de pensar, gracias a dios, tengo la moto que tengo y por eso mismo, quiero comprarme una de ±100 caballos, ojala pueda, pues creo que seria el siguiente paso lógico en la escala evolutiva de un motero medio, como yo soy. Manque pese el dinero, pues uno no es rico, si se puede hacer, se hará.
Metáfora, (aplicable a muchos jovenes y no tan jovenes):
Pedrito se ha comprado una Yamaha R6 de 123 caballos, Pedrito esta muy feliz, porque antes que esa, tubo una 125 “que no iba ni para atrás”. Pedrito esta muy contento porque esta nueva montura aparte de bonita, le transmite unas sensaciones que antes no había experimentado en las curvas y en la salida de estas, al acelerar. Lo que Pedrito quizás no sepa, es que de esos ciento veintitrés caballos, posiblemente no esta “usando” ni la mitad, entre esas curvas que el tanto disfruta. Pedrito cree que su moto, quizás cuando va a 200 km/h sea muy veloz. Lo que Pedrito no sabe, o mejor dicho, no reconoce, es que no va cómodo a esas velocidades, que sus pulsaciones son demasiado altas y que va extremadamente tenso… y no por ir agazapado detrás del carenado, ni por su movimiento a causa de la presión del aire a esa velocidad. Pedrito no quiere reconocer que le sobra potencia y le falta experiencia. Pedrito lo que si reconoce es que todo el mundo le dice lo chula que es su moto y lo que molan sus caballitos en las avenidas. Pero Pedrito, incrédulo el, cuando alguien le adelanta en una zona “divertida”, cree que el que le ha pasado esta mas loco que el, porque no quiere reconocer que el mismo, no-va-mas. Así es Pedrito, el hombre feliz de la R6 de ciento veintitrés caballos. Contento con su moto y feliz por lo que gusta al populacho.
Yo no quiero ser como Pedrito.
Cuando era pequeño, jugaba a un juego, entre otros, que consistía en ir por la calle, asomándote a la ventanilla del conductor, podías ver el velocímetro del coche, nos basamos en la marca mas alta para decidir cual era el coche mas rápido, había el que marcaba 220, otros 240, ¡otros 260!. Era muy entretenido y te lo pasabas bien mirando las marcas y modelos de los coches.
Lo mismo hacia con las motos, cuando tenia alguna cerca, siempre iba a mirar “cuanto corría”, a lo largo de los años, mi padre tubo motos que corrían mucho, algunas 220km/h otras 240, otras 280… hay que ver como corrían, si señor.
Ya mas crecidito, cuando la mente se te empieza a espabilar, me di cuenta, que muchos coches y muchas motos no llegan nunca a la velocidad máxima del marcador, esto me lo explico mi padre. El mismo que me explico como funcionaba un motor y que era un cilindro y una biela, entra otras muchas cosas del mundo este.
Cuando empecé a ir de paquete con el, empecé a darme cuenta de cosas que no sabia, hay que ver como se me mueve la cabeza por el viento, joder! vamos a 180… a 200 km. por hora! En aquellos momentos lo que no pensaba era, si yo seria capaz de llevar una moto a esa velocidad… en aquellas curvas, lo que yo no me planteaba era, si yo seria capaz de frenar, trazar y salir como lo hacia mi padre… en aquellos momentos me limitaba a disfrutar del viaje, de las curvas y del dolor de cuello cuando hacia mucho viento.
Cuando me subí a mi primera motocicleta, no hace mucho tiempo, era para mi una montaña cuesta arriba, era muy difícil, se me calaba siempre, me daba un poco de miedo. Por un tiempo me desentendí y grande fue el día que me arme de valor para empezar de 0, pues desde ese día no ha pasado noche, que no haya pensado en algo relacionado con las motos.
Moviéndome como me he movido entre las cifras 58 y 72. Me doy cuenta que las monturas que he tenido me han servido como base, para saber llevar una moto decentemente. Moviéndome en ese margen, me doy cuenta, como siempre me recuerda mi padre, de que de poco sirven 170 caballos, si eres incapaz de usar 100. Aplicando esta regla, me pregunto si habré usado los 70 que tiene mi actual montura. La duda me corroe… o quizás no.
La hipocresía de la gente, a estas alturas, poco me sorprende. Pues las historias que me cuentan unos y otros hacen que me pregunte si tienen, o si tengo, la moto ideal. Pues para que voy a gastarme dos millones cien mil pesetas en una BMW totalmente equipada, pero con 70 caballos, pudiendo comprarme un pepino de 140,150,160 o mas caballos, e ir por siempre sobrado… Y a mi nadie me va a adelantar pues soy quien mejor lleva la moto y quien más veloz va.
Como esa no es mi manera de pensar, gracias a dios, tengo la moto que tengo y por eso mismo, quiero comprarme una de ±100 caballos, ojala pueda, pues creo que seria el siguiente paso lógico en la escala evolutiva de un motero medio, como yo soy. Manque pese el dinero, pues uno no es rico, si se puede hacer, se hará.
Metáfora, (aplicable a muchos jovenes y no tan jovenes):
Pedrito se ha comprado una Yamaha R6 de 123 caballos, Pedrito esta muy feliz, porque antes que esa, tubo una 125 “que no iba ni para atrás”. Pedrito esta muy contento porque esta nueva montura aparte de bonita, le transmite unas sensaciones que antes no había experimentado en las curvas y en la salida de estas, al acelerar. Lo que Pedrito quizás no sepa, es que de esos ciento veintitrés caballos, posiblemente no esta “usando” ni la mitad, entre esas curvas que el tanto disfruta. Pedrito cree que su moto, quizás cuando va a 200 km/h sea muy veloz. Lo que Pedrito no sabe, o mejor dicho, no reconoce, es que no va cómodo a esas velocidades, que sus pulsaciones son demasiado altas y que va extremadamente tenso… y no por ir agazapado detrás del carenado, ni por su movimiento a causa de la presión del aire a esa velocidad. Pedrito no quiere reconocer que le sobra potencia y le falta experiencia. Pedrito lo que si reconoce es que todo el mundo le dice lo chula que es su moto y lo que molan sus caballitos en las avenidas. Pero Pedrito, incrédulo el, cuando alguien le adelanta en una zona “divertida”, cree que el que le ha pasado esta mas loco que el, porque no quiere reconocer que el mismo, no-va-mas. Así es Pedrito, el hombre feliz de la R6 de ciento veintitrés caballos. Contento con su moto y feliz por lo que gusta al populacho.
Yo no quiero ser como Pedrito.