A lo largo de mi ya dilatada vida, vengo observando como las personas estamos condicionadas por una serie de niveles o categorías que nos van posicionando en distintos estadios o clases.
Nuestra raza, grupo, país, ciudad o la mas ridícula posición lograda por nuestros mayores, nos van estigmatizando y nos envían con nuestra casta o categoría.
Hace mucho tiempo la Roma antigua separaba patricios y plebeyos; En muchos siglos, nobles y plebe, militares o religiosos, formaron sus grupos. Ya llegando a nuestros tiempos, Marx y Engels nos recortaron esas separaciones un poco con la aparición de “El Capital”
La sociedad moderna, sigue manteniendo esas clases basadas mucho más en lo económico que en otros valores pero que siguen haciéndonos pertenecer a un grupo.
¿Y que coño tiene que ver esto con el mundo de las motos?
Sigo:
Cuando era niño, estos grupos se seguían marcando, los mas fuertes, los que jugaban bien al futbol, los que sabían bailar, los que tenían bicicleta, moto o coche. Cada uno era superior a los demás por estas ridículas capacidades.
Fue en mi época de tenista que me pareció entenderlo, ya que tampoco a mi me resultaba agradable jugar con los que lo hacían peor, cosa que nunca había notado en los deportes de grupo.
Ya en una edad avanzada, (ojo no mucha) una de mis aficiones fue jugar al “Bridge” o al Ajedrez y en los dos juegos destaqué de la media, pero otra vez compartía con los compañeros que tenían menos disposición para ello, durante mucho tiempo competía con los que eran mis alumnos y aun cuando seguíamos haciendo grupitos de categorías, el juego necesitaba compartir.
Fue mi llegada tardía al mundo de las motos, quien me hizo reflexionar sobre la estupidez humana, quien me situó de nuevo al pie de los caballos (de potencia) o del grupo de descerebrados. Otra vez el más capaz para correr sin sentido, el más “intrépido” Estaba haciendo discriminación si no eras capaz de poner en juego tu vida para seguir su rueda más veloz.
Como no soy más que parte de esta sociedad, una parte que no me gusta, una parte que no quiere valorar a las personas por esas “pequeñas guerras pírricas” Enciendo mi moto y sigo danzando sólo, no me creo la solidaridad motera, no me creo ese compañerismo, en realidad ya no creo nada y busco un lugar adecuado donde colgarles las medallas a esos pilotos de vía estrecha, que se sienten importantes por ser más capaces de hacer algo un poco mejor, algo que hace muy pocos años en este nuestro país hacían los analfabetos o los medio tontos ¡Felicidades Campeón!
Cuando nos quejamos de las cosas que matan a los moteros, no deberíamos olvidar a ese “superpiloto” que hay en todos los grupos que obliga un poco a todos los demás y que parece que de lo único que puede presumir en la vida es de ser un poco más capaz de jugarse el pellejo que los otros.
Nuestra raza, grupo, país, ciudad o la mas ridícula posición lograda por nuestros mayores, nos van estigmatizando y nos envían con nuestra casta o categoría.
Hace mucho tiempo la Roma antigua separaba patricios y plebeyos; En muchos siglos, nobles y plebe, militares o religiosos, formaron sus grupos. Ya llegando a nuestros tiempos, Marx y Engels nos recortaron esas separaciones un poco con la aparición de “El Capital”
La sociedad moderna, sigue manteniendo esas clases basadas mucho más en lo económico que en otros valores pero que siguen haciéndonos pertenecer a un grupo.
¿Y que coño tiene que ver esto con el mundo de las motos?
Sigo:
Cuando era niño, estos grupos se seguían marcando, los mas fuertes, los que jugaban bien al futbol, los que sabían bailar, los que tenían bicicleta, moto o coche. Cada uno era superior a los demás por estas ridículas capacidades.
Fue en mi época de tenista que me pareció entenderlo, ya que tampoco a mi me resultaba agradable jugar con los que lo hacían peor, cosa que nunca había notado en los deportes de grupo.
Ya en una edad avanzada, (ojo no mucha) una de mis aficiones fue jugar al “Bridge” o al Ajedrez y en los dos juegos destaqué de la media, pero otra vez compartía con los compañeros que tenían menos disposición para ello, durante mucho tiempo competía con los que eran mis alumnos y aun cuando seguíamos haciendo grupitos de categorías, el juego necesitaba compartir.
Fue mi llegada tardía al mundo de las motos, quien me hizo reflexionar sobre la estupidez humana, quien me situó de nuevo al pie de los caballos (de potencia) o del grupo de descerebrados. Otra vez el más capaz para correr sin sentido, el más “intrépido” Estaba haciendo discriminación si no eras capaz de poner en juego tu vida para seguir su rueda más veloz.
Como no soy más que parte de esta sociedad, una parte que no me gusta, una parte que no quiere valorar a las personas por esas “pequeñas guerras pírricas” Enciendo mi moto y sigo danzando sólo, no me creo la solidaridad motera, no me creo ese compañerismo, en realidad ya no creo nada y busco un lugar adecuado donde colgarles las medallas a esos pilotos de vía estrecha, que se sienten importantes por ser más capaces de hacer algo un poco mejor, algo que hace muy pocos años en este nuestro país hacían los analfabetos o los medio tontos ¡Felicidades Campeón!
Cuando nos quejamos de las cosas que matan a los moteros, no deberíamos olvidar a ese “superpiloto” que hay en todos los grupos que obliga un poco a todos los demás y que parece que de lo único que puede presumir en la vida es de ser un poco más capaz de jugarse el pellejo que los otros.