14-V-09 Cornryan (Escocia) – Galway (Irlanda) 450 kms
La camarera de “la reina”
Hoy comienzo con un falso madrugón, como muchos de los días que llevo por aquí. Me levanto a las 6 (hora local) que son las 7 en España que sigue siendo el horario válido para ver si me cuesta levantarme o no.
Loles me trata estupendamente hasta que nos despedimos. Ya que no tiene mis datos me pide que firme en el libro de visitas. Lo hago con gusto.
Tengo que atravesar la calzada con la moto y ya estoy en el puerto, algo aparentemente fácil.
Como la moto está fría (je) se me cala en plena maniobra y tengo que apoyar el pie bruscamente (ya sabéis cuál). Veo rayos, truenos, centellas y todos los ancestros de un maldito italiano que yo sé.
En fin, me despido de Escocia, la tierra del fin del mundo, de las montañas marrones, de los castillos, de la buena gente, de los Macs… Hasta siempre Scotland, seguro que no es mi última crónica de estas tierras.
Embarco rodeado de muchas motos, todas racing, que es lo que se ve por estas islas, y sus propietarios en cueros. Bueno, quiero decir, en monos y chupas de cuero.
El barco es rápido y muy limpio. Da gusto. Qué mal acostumbrado estoy a otros barcos más sucios, lentos y caros…
Y en dos horas llegamos a Larne, cerquita de Belfast en Irlanda del Norte. Me despido de mis compañeros de travesía que van hacia el sur y yo enfilo hacia la “Calzada del Gigante” (Giant´s Causeway), que unía Antrim (Irlanda del Norte) con la isla escocesa de Staffa.
Surgió gracias a la rivalidad entre dos gigantes, Finn MacCool y Benandonner. Al final ganó el más listo y no el más fuerte, como tantas otras veces.
No obstante, los ignorantes creen que son columnas de basalto hexagonales fruto de una erupción volcánica hace una sartá de años. Ya claro, y voy yo y me lo creo.
¿Pero no veis, tontos, que eso sólo lo han podido hacer unos gigantes?
Me acuerdo de
Blackrider que tiene unas fotos hechas por estos lares unos meses antes, así que hago lo propio.
va por ti, Al
Empieza a llover.
Arranco la moto que hoy no tengo tiempo que perder. Quiero ir hasta los acantilados de Moher, bastante lejos, y me gustaría visitar Beaghmore y su conjunto megalítico, el monasterio de Clonmacnoise y el dolmen de Poulnabrone, amén de todo lo que se me ocurra.
El ambiente en Irlanda del Norte es muy distinto a todo lo que he vivido hasta ahora. La gente parece malhumorada y es menos agradable con el viajero. Parece que hubiera más prisas. Se nota que hay un conflicto de banderas por aquí (no así en Inglaterra, Gales o Escocia). En las gasolineras me hacen pagar antes de repostar (no me había sucedido desde que salí de España). Voy tarareando todo el rato “Sunday bloody Sunday”
Un policía metido en una furgoneta me sorprende infringiendo la normativa local relativa a límites de velocidad máxima y me hace una foto. De frente. Acojona que te haga una foto la poli del Ulster, te lo digo.
Dejo Irlanda del Norte y llego a Irlanda, que es otro país distinto. Distintas matrículas (con la banderita de Europa), distinta moneda (euros otra vez), los indicadores de las carreteras vuelven a estar en kms… distinto ambiente… la misma lluvia.
No hay ninguna señal que me indique la frontera, y sin embargo sí puedo ver cómo voy cambiando de condado… es genial la política…
Este cambio tan europeo me hace sentir extraño. Volver a pagar con euros y sentir kms en vez de millas me sugiere un regreso cuando todavía estoy bastante lejos de casa…
Sigo mi ruta bajo la lluvia y no veo ninguno de los indicadores que busco, y si lo veo no me entero. Allí utilizan la letra muy pequeña y además también aparece traducido al gaélico. Voy en continua tensión leyendo. A veces tengo que darme la vuelta para hacer comprobaciones. Y no veo nada.
Sé que estoy pasando junto a lugares maravillosos que tengo mucho interés en visitar y no los veo… ninguno. Estoy de muy mala leche. ¿habrá merecido la pena cruzar a Irlanda?
De vez en cuando abandono la carretera principal para romper la monotonía. Al menos en esto iba acertando.
Va pasando el día. Estoy desanimado. a 100 kms de Galway (camino a los acantilados) el cielo me cae sobre la cabeza; es el fin del mundo, diluvia. No creo que la isla aguante esta embestida pero yo sigo montado en la moto. Hasta el final. Un rato después ya no llueve. Graniza. Decido dejar los acantilados para otro día y quedarme en Galway, quedarme en el primer hospedaje que encuentre. Si es caro, me quedo; si es malo, me quedo… resultó ser caro y malo…
Me atiende un tío con cara de tonto. Mientras se entera de algo voy haciendo un charco de considerable tamaño y de contrastada humedad. Llega otro de careto similar (dónde me habré metido) en vez de ayudarnos con el entendimiento pone a 5 cms de mí un indicador de “precaución, mojado”. Tiene guasa la cosa.
Me hago fuerte en la habitación. Me pego un baño para ver si vuelvo en mí mismo y eso que no era la mejor bañera que haya visto nunca.
Estoy a las afueras, creo, y desanimado. probablemente haya sido un error venir a Irlanda. Tantos días con tan buen tiempo que ya no contaba con la lluvia. No me apetece siquiera bajar a tomar la cerveza reglamentaria.
Finalmente me animo a salir desanimado.
Decido tomar la calle recta, sin cruces, y entrar en el primer pub que vea.
“las calles mojadas te han visto crecer
Y tú en tu corazón estás llorando otra vez
Me asomo a la ventana eres la chica de ayer…”
Después de un cuarto de hora andando bajo la lluvia veo uno. Entro
He hecho bien en salir. Es un lugar curioso. Hay una chimenea. A su vera dos señoritas platican tranquilamente. En otra mesa, un señor ataviado impecablemente, con pinta de guardar todos los formalismos habidos y por haber, lee un enorme periódico mientras fuma en pipa. Los demás, ven el fútbol.
Recibo un mensaje de
Blackrider que vivió por aquí algún tiempo. Me recomienda tomar un fish & chips en el Mc Donagh´s, que es el mejor sitio del mundo mundial y, seguramente, ni siquiera yo me perderé.
No me pierdo pero me lío y entro en una hamburguesería de fama mundial y nombre parecido. (manda huevos, vete hasta Galway en moto en medio de una tempestad para cenar un “royal de luxe”
Me doy cuenta (tarde) del error y voy a visitar el antro recomendado. Es una pena que ya no tenga hambre porque tiene muy buena pinta. Todavía no me he desviado de la calle del hotel que debe seguir estando bajo la lluvia algunos kms más arriba.
La zona está llena de pubs. Entro en uno porque se escucha buena música desde fuera. “The Queen” o algo parecido.
Es en directo. Guay.
Hay un ambiente muy divertido y la música es genial. Una señorita celebra su cumpleaños y va haciendo fotos a todos los clientes con una cámara que casi no puede sostener (en parte por el tamaño, en parte por la melopea que se trae).
Escucho a dos chicas hablando castellano. Me sale del alma un: “¡¡¡¡sois españolas!!!!”
La más fea me contesta: pues claro, con este acento ¿qué esperabas?
Me quedo todo cortado. Desde la pedorra del eurotúnel es la primera persona antipática con la que me he topado.
Me disculpo por si la he molestado. Ni se le ocurra pensar que arranqué la moto hace 10 días en Ibiza, he hecho casi 5000 kms por las carreteras de por ahí y me he emocionado al volver a escuchar a alguien hablando en el idioma patrio.
Ahora es ella la que se siente mal.
Sin duda pensó que me arrimaba con la finalidad de apareamiento o cosa similar, pero nada más lejos de la realidad. Anda que no hay señoritas estupendas en el bar como para fijarme en ese cardo borriquero.
Me hago fuerte en la barra con todo mi mosqueo. La camarera sí que llama la atención. Parece de familia de buena reputación, educada, limpia, de conversación afable y sonrisa sincera, cutis agradable al tacto y bien contorneado… un pibón, vaya.
Me aclaro la voz y pido un danacol.
Pone cara de importarle un carajo mi colesterol.
Pues entonces una Guiness, que estamos en Irlanda.
Le expliqué la gracia y se rió. Le expliqué lo de la española fea y se enfadó. Me ofreció otra cerveza. Y sonreí. Después vino otra, otra y varias más, hasta que compartimos un whiskey irlandés. Con E para distinguirlo del whisky escocés de ayer.
La banda toca “with or without you”. Aunque he escuchado versiones mejores, ésta es muy emocionante, por el lugar en el que la escucho, por la compaña y por los efectos.
De aquella noche no contaré mucho más. Mereció la pena llegar hasta Galway, ya lo creo. Siempre llevaré ese nombre en mi corazoncito.
Y me acosté tarareando la música de U2