Navegar en una cascara de nuez por el océano nos hace héroes de la nada.
Compartir nuestra cascara de nuez nos hace los seres más grandes del universo.
Tener a alguien junto a nosotros en la travesia, los seres más felices de la tierra.
Las lágrimas inundan mis ojos, pero solo son gotas vertidas en el océano,
un océano lleno de lágrimas, de recuerdos y de amor.
Solo queda el consuelo de los momentos vividos, del amor dado, de los besos robados,
besos que serán soñados, flashes en el recuerdo o momentos en los que, aunque lo sabes,
aunque te intentas convencer que no es así, él sigue ahí, con su sonrisa, con su guiño cómplice,
con su mano en tu hombro diciendote, adelante, aquí estoy, por los siglos de los siglos, por toda la eternidad.
Por Migalo, que siempre estará con nosotros.
Para su santa.