Un sacerdote católico, un predicador baptista y un rabino que son amigos, se reúnen semanalmente para tomar café.
Un día, se desafían mutuamente y deciden que cada uno irá al bosque a intentar convencer a un oso de que se convierta a su religión.
Siete días después, se reúnen en casa del rabino para hablar de sus experiencias.
El sacerdote, que tenía un brazo en cabestrillo, llevaba muletas y tenía vendas en el torso y los brazos, comenzó:
- Me adentré en el bosque y cuando encontré un oso, me puse a leerle mi catecismo.
El oso no me escuchó y me atacó salvajemente. Así que tomé mi botella de agua bendita y lo regué y... se volvió tan manso como un cordero. El obispo vendrá la próxima semana para darle la primera comunión y la confirmación.
Luego le tocó el turno al reverendo protestante que llegó en silla de ruedas con un brazo y una pierna escayolados:
- Encontré un oso y comencé a leerle las Sagradas Palabras de Dios. Entonces me pegó y nos peleamos. Luchamos hasta el fondo de la colina donde había un arroyo. Entonces lo bauticé en agua y se volvió manso como un cordero. Pasamos el resto del día alabando a Jesús. ¡Aleluya!
Finalmente, el rabino, que estaba tumbado en la cama, con el cuerpo cubierto de vendas y conectado a un suero, habló con dificultad:
- Mirando hacia atrás, me pregunto si me equivoqué al empezar con la circuncisión...