De acuerdo con todo.
Pero que luego nadie recurra a papa Estado para rescatarlos porque son españoles...
En 2007 tenía idea de bajar a Mali.Viajecito de aventurista en algún coche viejecillo (tenía medio comprado un Peugeot 307) venderlo allí y volvernos en avion.
Pero gente del Dakar me comentó que Mauritania estaba chungo, q no bajara, y que tenían el Rallye en el aire.
Hicimos caso, y bajamos con la moto de ruta por Marruecos que es seguro (menos ciertas zonas).
Unos días después mataron unos turistas franceses en Mauritania.
Y un poco después secuestraron al grupo catalán ONG de los camiones fashion también en Mauritania.
Por cierto, el Dakar (con todo el dinero que mueve) también se suspendió por problemas de Seguridad. Y nunca más volvió a África...
El que quiera ir a Argelia que vaya (si le dan visado). Pero que sea consecuente si sufre algún contratiempo. Las páginas del Ministerio están para algo. Y creerme que para nada son negativistas.
Habré ido a Algeria unas 90 veces calculo...desde que me llevaba mi padre en los años 50/60 del pasado siglo, hasta que por trabajo en los paises saharianos empecé a ir por mi cuenta a mediados de los 70 del pasado siglo.
Hay una Argelia antes y después de los franceses...y otra antes y después de la guerra civil.
De recorrer las pistas/carreteras-y las Pistes Impériales y routes... la de Tanezrouft por
Bidon-V, la que bajaba al Hoggar etc...siempre con un permiso de los militares franceses de puesto de control a puesto de control...cuando las pistas tenían su clasificación-A, B, B1, B2, C- y su denominación en cuanto a dificultad...a la casi libertad total de mediados finales de los 70 y hasta mediados de los 80.
Todo ese mundo mítico de Tam-Tamanrasset-y Djanet, Timimoun...ya no existe. Los viejos guías de los franceses murieron y sus hijos se tuvieron que tragar la guerra civil, la deserción de los clientes...y la imposición de recorridos, el cierre de zonas antes turísticas, las escoltas militares...y los incidentes/atentados cada dos por tres. Todo esto les ha arruinado.
Los hotelitos y albergues antes florecientes han dejado paso a unas infraestructuras escasas y a veces deficientes...la obligación de obtener los visados a través de una agencia/guía, complica las cosas...porque además la obtención de visados es aleatoria, depende de que no haya escaramuzas, atentados-muchas veces silenciados-y hasta de que no haya 'elecciones'-por llamarlo así- a la vista.
Estos últimos años-desde 2003/2004 intermitentemente según
esté el percal...hay agencias-en internet bastantes- sobre todo francesas y algerinas como es natural... italianas y alemanas que llevan a sus clientes a dar una vuelta por las zonas antaño más frecuentadas..me refiero a los tassilis, Ahaggar y N´Ajjer, al Assekrem y hasta Tam, Tamejert, Tamera, Djanet-el Tadrart-..etc...hay zonas como Taleb Larbi, Illizi-El Oued que a veces dejan sin escolta-, Ghardaïa, Aïn Salah hasta Arak, El Gólea, Timimoun, Taghit, Béchar... que se pueden visitar también en principio...y digo
en principio.
El problema es que la mayor parte suelen ser recorridos fijados de antemano y Grand Sud con escolta. Nada de pasearse por el Grand Sud libremente como antes y dormir/acampar donde y cuando te daba la gana. Ir a tu ritmo en coche/moto/camión. Todo ello hace que estos viajes a veces salgan bien...y a veces mal y la gente vuelva muy frustrada y hasta cabreada...A mí personalmente viajar así me sabría a muy poco...es una versión muy descafeinada de lo que conocí; desde 2014 no he vuelto, prefiero quedarme con mis recuerdos. Aunque conservo amistades con varios targui/targuía de la época de mi padre-hijos, nietos...-y nos tratamos.
Ir con escolta en caravana de unos cuantos vehículos, es un coñazo y me quedo corto porque dependes del humor de la escolta, de las ganas de madrugar que tengan, de los relevos entre escoltas...de las pausas en ruta, de las pernoctas planificadas de antemano...y también de las prisas o todo lo contrario que les entren vaya Vd. a saber por qué motivos. Además no está garantizado que sean simpáticos.
Otra cosa es el tiempo disponible para estos recorridos...y estamos con lo de siempre: hay gente que se cree que con 15 días ida y vuelta tiene suficiente. Por mí perfecto. Pero por ejemplo hace falta no menos de 1 mes allí
ya sobre el terreno con un buen guía/dos guías para enterarse de algo...sin olvidar lo que se tarda actualmente-fronteras cerradas o no aconsejables-en la aproximación de España al Gran Sud algerino, a no ser que lo hagas en plan avión y todo alquilado allí. Y aún así.
Y con 1 mes sobre el terreno-descontadas aproximaciones-te das cuenta de lo inmenso y la de meses necesarios-véase años- para conocer un poco. Digo
conocer, no
echar una ojeada.
Cada uno es cada uno, pero oigo mucho por ahí lo de
conozco Tunicia, Algeria, Niger, Tchad, Mali etc...y resulta que han estado como mucho un par de semanas en cada país. Yo he pasado como saben algunos foreros mi vida-más de 55 años-en el Sahara y sus paises alternando con Himalaya y Karakorum-...y lo único que sé es que me falta muchísimo por conocer.
Otra cosa es la burocracia y los permisos algerinos, no se admiten emisoras, teléfonos satelitales, ya ni te digo aparecer con un drone...el alcohol es mucho menos frecuente que en Marruecos...
La población fuera de las ciudades es correcta, en las ciudades a veces no muy agradables-si haces fotos-nada que ver con los marroquís. Se nota que hace mucho que no reciben turistas...nada que ver con los años 70/80- y ello tiene ventajas y desventajas claro.
Aunque ya sé que este no es el caso-o éso creo-el llamado en el mundo anglosajón
War Tourism o en Francia
Tourisme de Guerre, aporta adrenalina y fotos/vídeos a aquéllos necesitados que creen-a veces erróneamente-que ver el peligro muy de cerca les va a hacer mejores o más sabios...otros simplemente lo hacen para desfogarse... y otros para contarlo.
Claro que hay un
War Tourism light, pero no es lo mismo...y se me hace curioso que entre la multitud de auto denominados Viajeros-o directamentemente Grandes Viajeros-hay algunos famosos en
youtube que si uno hace caso a sus vídeos regulares no puede más que extrañarse con los títulos de los vídeos semanales:
Me pierdo en la frontera, Me para la policía, Me dicen que hay bandidos, Los militares me apuntan con sus armas, No me dejan pasar los militares, Paso la frontera sin visado,Me miran malamente, Me libro por muy poco...etc....estos títulos me los acabo de inventar pero son muy descriptivos y similares a lo que hay circulando por
youtube...
¿Qué es lo que pretenden sus autores? ¿Vender? ¿Llamar la atención?...¿Es verdad que pasan tanto peligros y penalidades?...cuando vivimos totalmente informados por internet, con comunicaciones increíbles y con unas tecnologías a nuestro servicio por poco dinero que hacen que casi todo esté controlado. Y cuándo cómo dice
mancheguco,
papá Estado te va a buscar casi siempre...y digo
casi porque nadie es perfecto.
GPS, teléfonos satelitales, cobertura smartphones, balizas tipo Garmin Inreach...mapas para aburrir, experiencias miles de otros viajeros...
¿Qué queda para la aventura? Nada. Aventura era la de de nuestros antepasados que partían sin información, sin tecnología, sin tiempo definido y sin saber siquiera si sobrevivirían o perecerían-pasaba frecuentemente-o simplemente si podrían volver.
¿Explorar qué? Está todo explorado tiempo ha.
En fin, y respecto a lo que comenta
mancheguco...me recuerda a un artículo de Perez Reverte de hace ya bastantes años, artículo que voy a reproducir por si a alguien le parece interesante la reflexión:
La web oficial de Arturo Pérez-Reverte, ofrece una completa y variada información sobre Las aventuras del Capitán Alatriste y el resto de sus libros. Incluye primeros capítulos, artículos, críticas, entrevistas y archivos multimedia. Contiene la biografía y la bibliografía del escritor, además...
www.perezreverte.com
El síndrome del coronel tapioca
XLSemanal - 10/1/2010
Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario
Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.
Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.
Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá -de sirios y troyanos, oí decir el otro día-. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.
Esa irreal percepción del viaje, las emociones y la aventura, alcanza extremos ridículos. Si un turista se ahoga en el golfo de Tonkín porque el junco que alquiló por cinco dólares tenía carcoma, a la familia le falta tiempo para pedir responsabilidades a las autoridades de allí -imagínense cómo se agobian éstas- y exigir, de paso, que el Gobierno español mande una fragata de la Armada a rescatar el cadáver. Todo eso, claro, mientras en el mismo sitio se hunde, cada quince días, un ferry con mil quinientos chinos a bordo. Que busquen a mi Paco en la Amazonia, dicen los deudos. O que nos indemnicen los watusi. Lo mismo pasa con voluntarios, cooperantes y turistas solidarios o sin solidarizar, que a menudo circulan alegremente, pisando todos los charcos, por lugares donde la gente se frota los derechos humanos en la punta del cimbel y una vida vale menos que un paquete de Marlboro. Donde llamas presunto asesino a alguien y tapas la cara de un menor en una foto, y la gente que mata adúlteras a pedradas o frecuenta a prostitutas de doce años se rula de risa. Donde quien maneja el machete no es el indígena simpático que sale en el National Geographic, ni el pobrecillo de la patera, ni te reciben con bonitas danzas tribales. Donde lo que hay es hambre, fusiles AK-47 oxidados pero que disparan, y televisión por satélite que cría una enorme mala leche al mostrar el escaparate inalcanzable del estúpido Occidente. Atizando el rencor, justificadísimo, de quienes antes eran más ingenuos y ahora tienen la certeza desesperada de saberse lejos de todo esto.
Y claro. Cuando el pavo de la cámara de vídeo y la sonrisa bobalicona se deja caer por allí, a veces lo destripan, lo secuestran o le rompen el ojete. Lo normal de toda la vida, pero ahora con teléfono móvil e Internet. Y aquí la gente, indignada, dice qué falta de consideración y qué salvajes. Encima que mi Vanessa iba a ayudar, a conocer su cultura y a dejar divisas. Y sin comprender nada, invocando allí nuestro código occidental de absurdos derechos a la propiedad privada, la libertad y la vida, exigimos responsabilidades a Bin Laden y gestiones diplomáticas a Moratinos. Olvidando que el mundo es un lugar peligroso, lleno de hijos de puta casuales o deliberados. Donde, además, las guerras matan, los aviones se caen, los barcos se hunden, los volcanes revientan, los leones comen carne, y cada Titanic, por barato e insumergible que lo venda la agencia de viajes, tiene su iceberg particular esperando en la proa.