La cuestión es que un buen amigo y compañero del foro ha sido deslumbrado por la KTM 950 Adventure y ha entrado en una especie de trance quedando privado de la capacidad de razonar normalmente.
La situación es:
. Posee una R 1100 GS de 7 años y 78000 km, que va absolutamente perfecta, por la que le dan en el concesionario 60000 €. Faltan pues, 7000 más.
. Su uso es 90% carretera. Salidas de un día y algún viaje largo, en ese caso con acompañante y maletas . No obstante, también le tira el campo, caminos y verde cuando lo hay, sin hacer demasiado el bestia. Conduce de forma limpia y elegante, rapidillo, pero lejos de los límites.
. Le gusta meterle mano, tiene idea y evita siempre que puede pasar por el taller.
. Jamás rodará por Africa (supongo), pero le encanta que la KTM pueda hacerlo. Alucina con lo grande, superlativa y brutal que es esa moto.
. En las épocas que razonaba, odiaba los carburadores, las ruedas de radios, las cubiertas con cámara y amaba los cardanes y la fiabilidad . Ahora parece haberlo olvidado.
. Afirma que es su última moto enorme (pasa por poco de los 40) y pretende aguantarla hasta que la decrepitud lo confine a una montura más baja, de menor peso y posiblemente sólo carretera (una Ducati).
Yo ya le he dicho que NO, que despierte del hechizo, o que al menos espere a poder probarla (el Orange Day de KTM es dentro de un mes), pero me temo que la suerte está echada.
Agradeceré comentarios y opiniones. Posiblemente sea yo el equivocado…
La situación es:
. Posee una R 1100 GS de 7 años y 78000 km, que va absolutamente perfecta, por la que le dan en el concesionario 60000 €. Faltan pues, 7000 más.
. Su uso es 90% carretera. Salidas de un día y algún viaje largo, en ese caso con acompañante y maletas . No obstante, también le tira el campo, caminos y verde cuando lo hay, sin hacer demasiado el bestia. Conduce de forma limpia y elegante, rapidillo, pero lejos de los límites.
. Le gusta meterle mano, tiene idea y evita siempre que puede pasar por el taller.
. Jamás rodará por Africa (supongo), pero le encanta que la KTM pueda hacerlo. Alucina con lo grande, superlativa y brutal que es esa moto.
. En las épocas que razonaba, odiaba los carburadores, las ruedas de radios, las cubiertas con cámara y amaba los cardanes y la fiabilidad . Ahora parece haberlo olvidado.
. Afirma que es su última moto enorme (pasa por poco de los 40) y pretende aguantarla hasta que la decrepitud lo confine a una montura más baja, de menor peso y posiblemente sólo carretera (una Ducati).
Yo ya le he dicho que NO, que despierte del hechizo, o que al menos espere a poder probarla (el Orange Day de KTM es dentro de un mes), pero me temo que la suerte está echada.
Agradeceré comentarios y opiniones. Posiblemente sea yo el equivocado…