Hace unos años me pasó algo que no deja de tener su gracia.
Dejé probar la moto, una vetusta KTM 4T (tampoco se perdía gran cosa) y el chaval tardaba, y tardaba, y tardaba,...
Estaba tranquilo porque se quedaron conmigo un par de amigos suyos.
Salimos a buscarle con el coche y nada, no aparecía. Comenzamos a preocuparnos de verdad, no ya por la moto que valía bien poco, sino por el chaval.
Al cabo de un buen rato apareció empujando la KTM, arrastrando los pies y con la lengua por el suelo...
La explicación:
Esta moto era muy salvaje, faltaban un par de generaciones de KTM para ver las delicias que hay hoy en día.
Tan salvaje era que en reducciones fuertes vomitaba violentas explosiones por todas partes, pateando como un potro salvaje el carburador y escupiéndolo de su goma de admisión. La moto se paraba, como es lógico. Quien la conocía sabía reconocer ese "chup-chup" característico al pisar el pedal de arranque, pero para un no iniciado suponía darle cuerda hasta que te temblara la pierna y acabar empujando hasta casa... polvo, sudor y hierro.
La moto se la quedó.