¿Realmente hay que estar loco para hacer una cosa como ésta…?
Antecedentes:
¿Loco?, Yo pienso que no, pero qué loco lo reconocería. ¿Quién no ha oído hablar de personas que alguna vez han hecho viajes largos y con muchas dificultades?, sin ir más lejos, hace unos pocos meses se ha reeditado una novela, más bien una crónica de viaje, en la que dos estudiantes de derecho, un valenciano y un manchego (Santiago y Antonio) en los años 60 dieron la vuelta al mundo en 79 días montados en una Vespa. Es una novela muy entretenida, curiosa.
(Santiago Guillén y Antonio Veciana: “En 79 días vuelta al mundo en Vespa”-CIE DOSSAT 2000-, ISBN 84-96437-11-6)
Doy por sentado que pretendo un viaje al alcance de cualquiera, únicamente hace falta proponérselo, confiar en uno mismo y preparar algunas cosas. Evidentemente no se puede sacar una moto olvidada en el baúl de los recuerdos y poner rumbo a cualquier sitio. No se puede, pero tratándose de nuestras viejas motos, casi podría ser literal: sacarla del baúl y poner rumbo a cualquier sitio.
Tengo en mi haber gestas (si se puede llamar gesta a los viajes de placer) como la presente, no tan importante pero en cualquier caso, semejante. Con el mismo vehículo fui en una ocasión a la concentración que organizaban en Riudellots de la Selva (Girona), 450 kms. de una tirada a la ida y los mismos a la vuelta, eso durante un fin de semana . Por añadir dificultades a la que ahora pretendo conviene poner en antecedentes que mi edad actual es de 48 años, 26 más que la última vez que hice algo parecido, pero sobre todo con 15 kgr. más que entonces, ¿eso si que es añadir dificultad, verdad?. Sinceramente, yo con estas cosas me lo paso bien mientras las preparo, disfruto mucho recordándolas y contándolas a los amigos, pero sobre todo me producen una sensación de lo más agradable mientras las realizo. Entiendo a quien piensa que es de locos y supone un padecimiento innecesario, es probable que no les falte razón, pero que me perdonen, no pienso igual. Se trata de hacer algo que roce nuestros límites pero que se pueda llevar a cabo, aunque no sea lo usual. Procurar no asumir riesgos excesivos, puesto que los hay desde el mismo instante que pisas la carretera. En cualquier caso animo a quienes quieran intentarlo, es sumamente gratificante pero difícil de explicar.
La máquina:
Mi moto del baúl es una Vespino GL que compré de segunda mano por 11.000 pesetas a principios de los 80; se la compré a un electricista del barrio que la usaba para que su ayudante pudiera hacer los recados. Eso fue unos años antes de marcharme a la mili. Acababa de vender una Ducati Road 250 y estaba a punto de comprar una Ossa Yankee 500. Antes de los mundiales de fútbol en España, la visita del Papa Juan Pablo II y, por supuesto, la “pantaná” de Tous, todo en el 82.
Esas cosas, las de comprar y vender motos las hemos hecho todos los que estamos en este mundillo de las dos ruedas… ¿cierto?.
La Vespino (o El Vespino) la compré porque estaba cansado del tráfico de Valencia, además, había pagado varias multas por mal estacionamiento e incluso un día se me llevó el coche la grúa. Ya estaba bien, eso no podía seguir así. Otro motivo no menos importante era que con la Vespino en 10 minutos podías llegar al otro extremo de la ciudad. También había que considerar el consumo: le ponía 50 pesetas de mezcla diarias, que por aquel entonces venía a ser un litro, en la gasolinera Ripoll de la calle Sagunto con Primado Reig. ¿por qué solo 50 pesetas diarias?, sencillo: eso cubría las necesidades en consumo de cada jornada, pero los de Ripoll hartos de ponerme esa miseria de gasolina cada día me dijeron que por orden del jefe no me podían servir menos de 20 duros, no les culpo por ello, es más, pienso que tuvieron mucha paciencia. Yo tenía razones de peso para poner únicamente esa cantidad diaria que era la que necesitaba; por aquel entonces vivía en un segundo piso y todos los días subía la moto a mi casa, de manera que como para meterla en el ascensor la tenía que plantar sobre la rueda trasera, al hacer esa maniobra, si el depósito no estaba casi vacío se salía la gasolina por el tapón de llenado y manchaba el suelo, luego los vecinos podían protestar y todo lo demás. Lo peor eran los cinco escalones que había que salvar para llegar al segundo rellano, aquí tuve que desarrollar una técnica muy depurada para no romperme la espalda cada tarde (no es un secreto, si alguien tiene curiosidad se lo puedo contar), bajar era más sencillo. La cuestión es que desde la tajante decisión del jefe de la gasolinera tuve que agenciarme la latita de 5 litros y hacerme la mezcla para la dosificación diaria, así de sencillo. A pesar de las maniobras rutinarias de bajar y subir la moto a mi casa nunca tuve queja de ningún vecino…
Despertar de un largo letargo:
Volvamos al baúl de los recuerdos de donde hemos sacado a la bella durmiente. En muchas ocasiones he oído decir, al hacer referencia a una moto que ha estado tiempo parada, aquello de: “no tiene vergüenza, le pones gasolina y a la primera patada arranca”. Algo así es lo que hizo mi “princesa dormida” (hay que dar alma humana a estos vehículos, te facilita el diálogo con ellos, además acercar tu montura a personajes de leyenda les hace sentirse importantes. “Dulcinea” es como llamaban a su Vespa los que con ella dieron la vuelta al mundo), 360º de pedal y se puso en marcha. Eso es empezar bien.
No debiera ser normal que vehículos que nos han sido tan útiles durante determinados años terminen en un rincón, olvidados. No debiera pero parece que su función principal es llevar a buen término su cometido durante un tiempo muy concreto, luego son estacionados y probablemente nunca vuelven a ser usados, han cumplido su labor.
Son adquiridos en su mayoría para proporcionar un medio de transporte a personas que todavía no pueden conducir automóviles. También se adquieren para otros menesteres. Pero para los primeros, una vez cumplidos los 18 años y con un flamante permiso de conducir en las manos les resulta muy duro volver exponerse cada día a las inclemencias del tiempo, a pesar de tener que batallar con el tráfico urbano y pasar interminables horas de atascos y semáforos, eso si, con su climatizador y con un buen equipo de música siempre optan por lo más cómodo. Todo ello escapa de la lógica porque mientras tanto su viejo ciclomotor permanece en su letargo que puede ser eterno, definitivo. No es que se estacionen porque funcionen mal o tengan problemas, ya lo he dicho, se aparcan en rincones porque han cumplido su cometido y no son necesarios. Es precisamente por eso por lo que si a alguien se le ocurre acercarse a ellos y darles un “beso” de atención, inmediatamente vuelven a funcionar como siempre lo hicieron, despiertan como si se hubiesen dormido apenas unos instantes. Hace unos días me ofreció un amigo el Vespino que en su día estrenó su mujer, un GL, está aparcado desde tiempo inmemorial y su único indicador nos informa que sólo hizo 3.000 kms. Seguro que espera ese “beso” que le despierte de nuevo a la vida.
No hay que dar la espalda a la realidad, el problema más grave al que se enfrentan los viejos ciclomotores es que tienen escaso valor económico y se vendieron muchísimos, no son piezas únicas. Los había por todas partes. Por eso mucha gente ahora se pregunta por el valor que pueden tener y para qué les pueden servir si únicamente acumulan polvo y ocupan espacio. A todo ello hay que añadir la proliferación de modernos ciclomotores “scooter” que, hay que reconocerlo, están muy evolucionados y van como la seda. También la obligatoriedad de pasar ITV a partir del próximo año supone añadir facilidades al destino fatal.
Depende de cada cual qué hacer con su viejo ciclomotor, pero si sirve de algo lo que hay en estas líneas puedo añadir que conservarlos merece la pena, además, en unos años pueden llegar a ser únicamente unos recuerdos, entonces será tarde para el nuestro.
Revisando la mecánica:
Llegados a este punto, con la decisión tomada, con mucho tiempo por delante y toda la paciencia posible hay que ver qué cosas le pueden hacer falta, qué debemos comprobar. En estos ciclomotores antiguos es poco lo que se puede revisar, tienen pocos puntos vitales y pocas complicaciones mecánicas, pocos reglajes y algún que otro truco de mantenimiento. De manera que se revisan y si es necesario se sustituye lo que no esté en condiciones, pero sin ser demasiado estricto en ello, únicamente que todo esté en su sitio, con piezas originales. Son más fiables los motores sin inventos.
Para quedarme tranquilo le cambié el cilindro y el pistón por uno nuevo, con sus correspondientes juntas, así de esa manera también pude comprobar el estado de los casquillos de la biela y los rodamientos. Todo parecía en orden.
Como mantenimiento general le hice lo siguiente:
· limpiar carburador
· limpiar bujía
· limpiar escape
· comprobar nivel de valvulita de los engranajes de la transmisión
· cambiar la correa de transmisión
· limpiar los rodillos del variador
· cambiar las zapatas del embrague
· comprobar el estado del retén de cigüeñal derecho (que se puede salir del alojamiento)
· cambiar zapata de freno trasera
· cambiar zapatas de freno delanteras
· cambiar piloto trasero para poder colocar la nueva placa de matrícula
· engrase general de cables y articulaciones con fricción metálica
Todo este mantenimiento, incluso el cambiar el cilindro y el pistón, lo puede hacer cualquiera, no tiene dificultad.
El tubo de escape es el original. Estaba un poco taponado por la carbonilla de tantos años, de manera que al ponerlo en marcha apenas hacía ruido, sonaba ahogado. Le desmonté la parte final, limpié hasta donde pude y luego le hice unos agujeros en el interior del cilindro silenciador de manera que los gases saliesen mejor, por lo menos hace más ruido, suena a moto. Creo que va un poco mejor.
Algunas decisiones:
Tenía varios juegos de ruedas para ese modelo (hay que decir que hoy en día en los desguaces puedes encontrar muchos Vespinos de donde abastecerte de piezas de ocasión, algunos en muy buen estado. Desgraciadamente eso durará poco tiempo, simplemente serán prensados para llevarlos a la fundición…lástima). Al final me he decidido por unas de aleación de aluminio, sencillitas, más que nada porque las originales de radios están un poco oxidadas. La diferencia entre unas y otras es que las originales son de 18” y las de aleación son de 17”. Entre una y otra hay una diferencia de 3,8 cm en su perímetro a favor de las originales, eso significa que en 500 kms, con las mismas vueltas en cada rueda las de radios se habrán alejado algo más de 12 kms de las de aluminio. Por el contrario con las de aluminio la moto tendrá un “pelín” más de fuerza. ¿Es realmente significativo el uso de una u otra?, a 35 km/h que es la velocidad que pienso mantener…¡NO!, no es importante. Por lo tanto la decisión de poner las de aluminio no afecta al rendimiento. También me ha aconsejado mi amigo Toni “el ciclista-mecánico”, que le ponga líquido antipinchazos en el interior de las cámaras, dice que ese producto tapona pequeños agujeros durante la marcha. Toni me ha ayudado con sus conejos en muchos detalles sobre el Vespino, parece mentira que una mecánica que todos reconocemos como sencilla tenga tantos trucos de mantenimiento, y es que él ha estado años reparándolos en Segorbe y pocos son los secretos que se le escapan. A pesar de todo llevaré cámaras de repuesto, parches y bombín.
El cuentaquilómentos: el original hace ruido y es impreciso, además con las nuevas ruedas se complica el acoplamiento en la pieza que lleva junto al eje. He optado por quitar el cable y dejar el reloj. He comprado uno de bicicleta con 12 funciones que es mucho más preciso, de fácil instalación y que además te ofrece mucha información (hora, velocidad, velocidad media, tiempo, distancia diaria, distancia acumulada, cronómetro, etc.etc.).
El espejo retrovisor es demasiado pequeño y teniendo en cuenta que durante el viaje se va a hacer necesario mirar constantemente para atrás, resulta peligroso no contar con uno bueno y si es posible de generosas dimensiones. Hay dos alojamientos bajo la carcasa de los manillares para sendos tornillos, aprovechando eso se puede sujetar una pletina que servirá de soporte para un espejo retrovisor extra y para el cuentaquilómetros nuevo. La otra opción es adaptar un espejo de mayor tamaño en el lugar del original, eso supone realizar una operación muy sencilla que consiste en comprar uno en el mercado de repuestos (4 €.), cortarlo, doblarlo a voluntad y con unas terrajas hacerle la rosca necesaria. Así de fácil. Después de probar las dos opciones he optado por la segunda
Alforjas: se trata de hacer el menor desembolso posible, y hacerlo uno mismo con sus medios, por eso hay que aprovechar lo que tenemos o ingeniar algo semejante a lo que queremos. Como cuento con el defecto de guardar todo por aquello del “nunca se sabe”, buscando entre los trastos encontré dos carteras de nylon que mis hijos tienen en desuso, olvidadas para siempre. Eché mano de la máquina de coser, que hasta entonces únicamente la había mirado de soslayo, puse sobre la mesa todo el valor necesario e hice caso omiso a los posibles escrúpulos machistas que rara vez suelen servir para algo. Me puse manos a la obra, rompí dos agujas de la máquina de coser, pero al final nos hicimos amigos…, la máquina y yo. El resultado lo podréis ver en las fotos; convertí dos carteras inservibles en dos prácticas alforjas a medida, con reflectantes por todas partes. ¡¡Me siento orgulloso!!. Ya tengo resuelto el alojamiento de los repuestos, las herramientas y la gasolina de reserva, una ubicación práctica y accesible. Sigamos…
Al principio pensé en quitar la cestita delantera y colocar una bolsa o mochila bajo el faro, pero recuerdo que poner peso en ese lugar te puede crear problemas de estabilidad con los movimientos del manillar, lo tengo que probar. En lugar de usar esa ubicación he pensado en poner una mochila en la parte trasera del faro, delante de las rodillas, estoy convencido de que el movimiento del manillar no le afectará tanto. Eso también lo probaré. En esa mochila irá la comida y la bebida, la documentación y las cosas de valor, cosas que llevar contigo si te alejas de la moto durante el viaje y queda fuera de tu alcance visual, más vale prevenir. Además se consigue distribuir mejor el peso cargando un poquito sobre la rueda delantera.
Por último, en la parte trasera del asiento y sobre el pequeño maletero irá una bolsa con ropa, que tampoco tendrá un peso excesivo, aunque será lo más voluminoso. De lo que no tengo duda es de que no hay que llevar nada encima, ni mochila cosas parecidas, cualquier peso por liviano que sea acrecentará la carga sobre las posaderas que con el paso de las horas se puede convertir e una molestia importante.
Hay que llevar repuestos, yo he pensado en muchos, también en herramientas, aunque tengo la corazonada de que no van a ser necesarios. Si llegado el caso se tienen que usar, para eso los he llevado, se usan.
El repostaje:
Pasemos a otra cosa, la gasolina: la Vespino tiene un motor de dos tiempos, necesita usar gasolina con mezcla, pero ¿cuánta gasolina consume?. Creo que el consumo de mi moto no llega a los 2 litros por 100 kms., eso significa que en cada jornada usaré cerca de 10 litros de gasolina. Yo mismo me encargaré de mezclar con aceite sintético para no tener sorpresas. La capacidad del depósito es de 3 litros que permiten recorrer 150 kms., además llevaré un recipiente con 5 litros y otro más de 2, la suma total son los 10 litros necesarios en cada jornada. Se puede prescindir de tanto peso, pero merece la pena llevar la garrafa de 5 litros para poder hacer una mezcla de confianza, aunque eso también lo podemos solucionar haciendo mezclas más pequeñas con la misma proporción aceite/gasolina. En Francia existen muchas, cada vez más, gasolineras que funcionan con tarjeta. No hablo de tarjetas Visa o similares, se trata de tarjetas de uso exclusivo en gasolineras. Eso puede crear inconvenientes al intentar comprar gasolina en un momento dado, aunque pretendamos pagar en metálico, no hay nadie para atenderte. A mi me ha pasado. Es por eso que tengo intención de arrancar cada etapa con toda la gasolina necesaria para la jornada, 10 kgr. en combustible, que irá disminuyendo conforme pasen los kilómetros. Únicamente tengo una duda, puesto que la segunda etapa la iniciaré en Andorra: ¿me pondrán alguna pega en la frontera entre Andorra y Francia?, espero que no piensen que quiero hacer negocio por la diferencia de precio de la gasolina.
Beber y comer: tener agua a mano e ir bebiendo durante todo el viaje, es de suponer que calor hará mucho. Comer casi sobre la marcha, me reservaré la comida fuerte en el destino de cada día, para la cena, cuando el trabajo esté terminado.
Dormir: Ibis, Etap-Hotel, Formule1, camping… hay muchas posibilidades a buen precio. En verano conviene hacer las reservas con antelación. Yo dormiré en camping.
Ropa: hará calor durante el 90% del viaje. Es muy probable que llueva. Aunque a primera hora de la mañana hará fresquito. Teniendo en cuenta todo esto lo más práctico es llevar ropa ligera de verano, con un barbour (chaqueta y pantalón) en la maleta, que servirá tanto para el fresquito como para la lluvia. El resto de equipaje debe ser de ropa cómoda, unos pantalones largos, uno o dos chandals, dos pares de zapatillas, camisetas de manga corta, ropa interior y calcetines, guantes de verano, casco y, sobre todo, de manera inexcusable, un chaleco reflectante que nos quitaremos únicamente para ir a dormir, esta prenda es importantísima para ser visto por los otros usuarios de la carretera, un motivo fundamental de seguridad.
El itinerario y las etapas:
Circular en Francia: tanto en Francia como en España con el Vespino no se puede circular por autopistas y autovías, hay que buscar las carreteras nacionales y secundarias. Sobre todo en Francia imagino que habrá muchas dificultades. Desde Andorra arranca la N20 que tiene llegada en París, pero es una carretera que desaparece en muchos trechos, al menos en el mapa que he estado viendo. Para evitar problemas mayores también voy a instalar un navegador en la moto con los mapas de Europa, además le voy a instalar una pequeña batería de 12 voltios para no tener falta de suministro eléctrico durante cada etapa, la moto genera 6 voltios. La batería del navegador tiene una autonomía de 3 horas, 4 como máximo, y es de suponer que ninguna de las etapas durará menos de 12 horas de marcha más el tiempo que pierda en paradas. Hay que madrugar para llegar a una hora prudente al destino.
Fotos: hacer muchas fotos durante el camino, pero sin recrearse demasiado. Cualquier parada supone un retraso importante. Trataré de colgarlas en la web si puedo acceder a un ordenador en algún cibercafé. Se podrá seguir mi viaje día a día. Aunque pienso disfrutar de cada kilómetro, a pesar del dolor de culo, espalda y demás, no quiero ni pensar en lo que supondrá hacerme la foto con mi “Dulcinea” particular, mi “bella durmiente”, a los pies de la Torre Eiffel. Si dispongo de más tiempo iré a otros enclaves parisinos para hacerme más fotos. Ese día de llegada tengo previsto dormir a65 kilómetros de París, eso supone dos horas más de camino, aunque merecerá la pena el sacrificio ¿verdad?... pensad: Notre Dame, Arco del Triunfo, Montmartre y sobre todo, Louvre, junto a la pirámide de la que se habla en el “Código da Vinci”, en la Plaza del Carrousel.
Las etapas: me he entretenido, disfrutado, viendo los recorridos que he considerado más adecuados, intentando sacar el máximo provecho a cada jornada. Sobre el papel hay que reconocer que resulta fácil trazar y calcular, lógicamente sin considerar retrasos que siempre se producen. En la práctica seguro que hay algún cambio sobre lo previsto, eso siempre ocurre, espero que no sea grande. Volviendo a la aludida novela de la vuelta al mundo en Vespa recuerdo que los protagonistas llegaron a acumular varios días de retraso que luego les supuso grandes sacrificios poder recuperar. Salvando las distancias, en mi caso, como ya he dicho, el reto a batir no es excesivamente importante, es más, estoy seguro que si en lugar de hacer el viaje de ida en tres días y el de vuelta en otros tantos me otorgara cinco en cada sentido, seguro que tendría menos dudas. He pensado en ello, pero me parece fácil hacer 300 kms diarios, incluso en una Vespino de más de 30 años, por eso los casi 500 km diarios marcados como listón a superar significan un aderezo a la dificultad en su justa medida.
El inicio del viaje tendrá lugar en mi pueblo (Vall de Almonacid), la madrugada del día 16 de Julio. Por ser el primer día y tener las ganas y las energías al máximo la partida no esperará a las primeras claridades de la mañana, será durante la noche oscura, de modo que al amanecer pueda encontrarme con 100 kms recorridos, o lo que es lo mismo, con tres horas de viaje. De manera que como en el mes de Julio amanece a las siete el momento exacto de poner en marcha la “máquina” debe establecerse en las cuatro de la madrugada.
Si todo sale según lo previsto la primera parada para llenar el depósito de gasolina tendrá lugar sobre las 8:30 en las proximidades del límite de la provincia de Castellón, a punto de entrar en la de Tarragona. Cuatro zancadas alrededor de la moto y nuevamente en marcha, a intentar aguantar dos horas más hasta la parada para almorzar. Terminado el almuerzo estará superada la mitad del camino y serán las 11 de la mañana, el calor estará apretando fuerte y el cansancio y la incomodidad viajarán conmigo. Siendo optimista creo que habré atravesado la localidad de Flix y estaré a 100 kms de Artesa de Segre, listo para subir el peldaño de los pre-Pirineos, eso supondrá una cuesta abajo psicológica, únicamente quedarán 99 kms hasta Andorra la Vella, destino de la primera etapa y un entretenido tramo final de jornada de tres horas más.
La segunda etapa será toda una incógnita, igual que la tercera, hay muchas dudas por resolver. Las dos rutas trazadas discurren mayoritariamente sobre la N20 francesa que nace en las proximidades de la frontera franco-andorrana y llega hasta París. A esta carretera se la llama “la ruta de España”, es la primera ruta que se trazó para venir desde París y el centro de Francia hacia la península Ibérica, pasando por Puigcerdá o incluso llegarse hasta Perpiñán y cruzar la frontera por Le Perthus. Con posterioridad se han construido nuevas carreteras y autopistas que dejan obsoleta ala N20, aunque ésta sigue estando ahí, pero ¿en qué estado?. Alguien me ha comentado que incluso conserva en muchos tramos el arbolado original. Si usas un moderno navegador para que te diga por dónde conviene ir para hacer la ruta más corta, sin autopistas de peaje, e incluso en bicicleta, te dará mil vueltas por el centro de Francia, pero inevitablemente verás la N20 en muchos tramos. Si pretendes ser un poco más clásico y quieres confeccionar la ruta sobre un mapa de papel volverás a tener el mismo problema, la N20 aparece y desaparece ante tus ojos…¿dónde está?. Lo bien cierto es que la entrada en París la haces sobre ese antiguo trazado de la N20 que inevitablemente te llevará a las orillas del Sena siguiendo la dirección norte.
“El Objetivo”: ya he comentado que todo resulta un placer, incluso los malos momentos (¿eso es locura o masoquismo?: ni una, ni otro), el objetivo es llegar a París con mi vieja Vespino en tres días y hacerme una foto ante la torre Eiffel, aunque luego hay que volver. Si no consigo hacerlo en el tiempo previsto no tendré más remedio que volverlo a intentar en otra ocasión. Me produce una sensación mezcla de impaciencia y nerviosismo el pensar que voy a poder pasear durante unas horas por las calles y avenidas de París con mi insignificante moto, a pesar de que cuando me acerco ala Vespino, levanto la tapa que cubre su motor y veo una cosa tan pequeña allí metida, me vienen a la cabeza mil pensamientos de duda, y… vuelta a empezar…¿qué es lo que no he revisado?, ¿qué puede fallar?... ¡nada, no puede fallar nada!, ¡todo funciona correctamente!, ¡y nada más!, usaremos la famosa frase de Julio Cesar cuando avanzó para cruzar el río Rubicón: “Vamos adonde nos llaman las señales de los dioses y la injusticia de nuestros enemigos. La suerte está echada (alea jacta est)”. Eso es lo que dijo Julio Cesar, algo así pensaré el día 16 cuando ponga en marcha el diminuto motor de la Vespino, aunque yo no tengo enemigos ni me llaman los dioses, simplemente voy a París con mi ilusión, mi ciclomotor y mis ganas de pasarlo bien.
Se pueden ver fotos es esta misma web de “Motos Clásicas de Valencia” (
www.moclava.com), intentaré colgar más durante el viaje y, por supuesto, a la vuelta.
Si todo sale según lo previsto habrá varios motivos de satisfacción, en primer lugar el mío, me habré demostrado a mi mismo que esas cosas las puedo seguir haciendo. En segundo lugar, no menos importante, habré demostrado a mucha gente que con medios al alcance de todos se puede tener pequeñas aventuras de las que sentirse orgullo, y que las posibilidades de esas aventuras, retos o como cada cual le quiera llamar son infinitas.
Apoyo a una causa:
Por último, mi modesta contribución, mi grano de arena para conseguir que las diferentes administraciones den la consideración que corresponde a unos vehículos que son algo más que un valor material, que no son únicamente el capricho de alguien a quien gustan los trastos viejos, que son parte de nuestra historia reciente y que se debe apoyar su mantenimiento y restauración, su supervivencia. Muchos ayuntamientos ya son conscientes de ello y colaboran con exención en los impuestos que es lo que está en su mano, otros todavía niegan ese apoyo, aunque es cuestión de tiempo que esa situación cambie. Como ejemplo próximo tenemos a Valencia: los vehículos de más de 25 años de antigüedad gozan de un 25% de descuento en el impuesto municipal sobre vehículos de tracción mecánica, los que tienen más de 50 años están exentos de pago, gozan del 100%.
Espero que todo acontezca tal y como lo tengo planificado, si es así confío que en los próximos años podamos mejorar esa idea, no tan apretada de tiempo pero más agradable en su discurrir, con etapas más cortas y con objetivos que no sean llegar en el menor tiempo posible sino disfrutar del viaje de manera pausada. Por ejemplo: una vuelta a España para ciclomotores clásicos. O un viaje a París en grupo. En “Motocicletas Clásicas de Valencia” (MOCLAVA) ya llevamos algún tiempo pensando en esa idea, estoy seguro que se podrá llevar a cabo en breve, posiblemente en el verano de 2008 y para ello vendrá muy bien poder valorar lo que ocurra en el viaje que os acabo de presentar, al menos tendremos datos de primera mano.