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Un escurridizo pez celacanto en la bahía sudafricana de Sodwana. Los científicos buscan en esta especie pistas sobre la evolución de los primeros peces hasta convertirse en cuadrúpedos.
Foto: Laurent Ballesta.
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El Boeing X-48B (por el momento en fase experimental) tiene un diseño único basado en una combinación entre el cuerpo y las alas del aparato. El X-48B representa la armonía entre los diferentes componentes del avión, pudiendo convertirse en el estándar de transporte aéreo de pasajeros en décadas futuras, pues su principal fortaleza consiste en el ahorro de combustible, según las investigaciones del Instituto de Ingenieros Mecánicos del Reino Unido (IMechE) en su última publicación. Titulado “Aero 2075: ¿Volando hacia un futuro brillante?” el documento examina los cambios dentro de un concepto que puede reinventar el transporte aéreo. La fusión del cuerpo alado, ha conseguido crear un núcleo único en el cual encontramos la unión entre el fuselaje, las alas y la mecánica interna en una superficie compacta que “aumenta enormemente la eficiencia aerodinámica, pues solo tienes una resistencia y una pieza que levantar” según ha explicado Philippa Oldham, autor principal del estudio y especialista en transportes en el IMechE. “Con los diseños actuales en forma de “cigarrillos” con alas, tenemos unas superficies para arrastrar enormes, y con ellas, aumentamos las resistencias, perdiendo eficiencia aerodinámica.”
Foto: Robert Ferguson, Boeing, NASA.
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En 2015, el fotógrafo Laurent Ballesta se unió a un pequeño equipo para un viaje de 36 días en la costa de Adélie del este de la Antártida. El viaje tuvo lugar cuando el hielo empezaba a romperse, lo que permitió a Ballesta y a su equipo atravesar el hielo de 3 metros de grosor y sumergirse a profundidades de hasta 70 metros: la inmersión a más profundidad bajo la Antártida.
Foto: Laurent Ballesta.
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En la Base de la Fuerza Aérea de Davis-Monthan de Tucson, Arizona, se almacenan casi 3300 aviones y helicópteros decomisados, ya que este lugar tiene poca humedad, que provoca corrosión. Boneyard (el apodo que le han puesto) es el centro de desguace y reutilización de aeronaves más grande del mundo y el único repositorio de aeronaves fuera de servicio de todos los departamentos del gobierno estadounidense.
Foto: Luca Locatelli.
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Fatu, uno de los dos últimos rinocerontes blancos del norte, descansa en la sabana de Ol Pejeta Conservancy, en Kenia. Los rinocerontes blancos del norte solían recorrer gran parte de África, pero la caza furtiva generalizada y la pérdida de hábitat los han llevado al borde de la extinción.
Foto: Ami Vitale.
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Los visitantes de la Gran Península Septentrional de Terranova pueden encontrar icebergs en la bahía cercana al pequeño pueblo de Great Brehat. Sin embargo, los científicos afirman que el aumento de la temperatura global hará que el avistamiento de icebergs sea mucho más raro en el futuro.
Foto: Sandra Leidholdt.
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¡Menuda rasca!
Está claro que el tiempo nunca es del gusto de todos. Mientras otros animales hibernan en el confort de su madriguera durante los meses fríos, este zorro ártico (Vulpes lagopus) se pasea por Islandia en plena ventisca como si no estuviera cayendo el apocalipsis invernal. Este pequeño mamífero puede soportar temperaturas de hasta -50 °C sin problemas gracias a uno de los pelajes más densos del reino animal.
Este, además no es cualquier zorro: se trata de una rara variante de pelaje color pizarra, conocido como “blue morph” (aunque más que azul, es un tono grisáceo). La mayoría de los zorros árticos son blancos en invierno y marrones en verano, pero estos mantienen el mismo color durante todo el año. Son menos comunes (alrededor del 1–3% de la población), pero tienen ventaja en zonas rocosas o costeras, donde les resulta más fácil camuflarse con el terreno.
Foto: Bret Charman.
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Llamas azules.
A primera vista, lo de esta imagen podría parecer lava azul, pero no es realmente así: lo que se ve son gases en combustión. En volcanes como el Kawah Ijen, en Java Oriental, las llamas azules surgen cuando gases sulfurosos extremadamente calientes (a más de 360 °C) entran en contacto con el oxígeno del aire y se incendian. El azufre arde con una llama azulada y el resultado es un espectáculo fantasmal y brillante en medio de la oscuridad de la noche.
La lava real sigue siendo roja o anaranjada, como en cualquier otro volcán, pero el color de las llamas depende de los elementos presentes en los gases que desprende; y estos, a su vez, de la composición de los materiales del interior. El cobre, por ejemplo, arde con una llama verde el potasio es violeta y el sulfuro es azul intenso. Así, que lo que ilumina la noche en Kawah Ijen es una especie de laboratorio infernal de química en vivo.
Foto: iStock, mazzzur.
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Un vaso de agua, por favor.
Muchas personas tienen el ritual de llevarse un vaso de agua a la noche antes de ir a dormir. Y algunos elefantes parece que también. Pero en mayores cantidades: con su trompa pueden aspirar entre ocho y diez litros, que luego llevan a su boca para tragar.
Foto: Clint Ralph.
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Cabalgar primero, caminar después.
Con solo unos pocos años de vida, muchos niños y niñas en Mongolia ya cabalgan como expertos. En la imagen, uno de los jóvenes ganadores de una de las emocionantes carreras de caballos del festival Naadam, celebrada en Mandalgovi. Este evento anual, que tiene lugar en todo el país, rinde homenaje a las llamadas “tres artes viriles”: la lucha libre, el tiro con arco y las carreras ecuestres. Aunque tradicionalmente estaba reservado a los hombres, hoy día también participan mujeres, demostrando que la destreza no entiende de géneros.
En las llanuras de Mongolia, montar a caballo es una herencia cultural profundamente arraigada: se dice que algunos niños aprenden a cabalgar incluso antes de caminar, y los caballos mongoles son una raza legendaria por su aguante y tenacidad. Los participantes lucen decoraciones vistosas, como cintas de colores, medallas y tocados elaborados, que no solo celebran la belleza del animal, sino también el orgullo de toda una familia. En esta cultura nómada, el caballo ha sido durante siglos compañero de viajes, batallas y celebraciones, y sigue ocupando un lugar central en la vida diaria.
Foto: FischerFotos.
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El salto del lugar más profundo.
Con 979 metros de caída ininterrumpida, y otros 510 metros de rápidos y cascadas menores, el Salto Ángel es el salto de agua más alto del mundo. Está en pleno corazón del Parque Nacional Canaima, en Venezuela, en una zona tan remota que solo se puede llegar en avioneta o remontando los ríos. Como la caída es tan larga, buena parte del agua se evapora y se convierte en neblina antes de tocar suelo, creando un espectáculo natural que quita el aliento. Gran parte del agua proviene de las lluvias que se acumulan en la cima del Auyantepui, el inmenso bloque de roca arenisca desde el que cae.
El nombre de “Salto Ángel” viene del piloto Jimmy Angel, que en la década de 1930 lo sobrevoló buscando oro… y no solo no lo encontró, sino que se estrelló con su mujer y dos acompañantes: salieron ilesos del aterrizaje de emergencia, pero tardaron 11 días en descender a pie por la escarpada meseta. Las autoridades venezolanas decidieron bautizar la cascada con su nombre, aunque en los últimos años se ha querido recuperar el nombre original en lengua pemón: Kerepakupai Merú, que significa algo así como “salto del lugar más profundo”.
Foto: iStock, GummyBone.
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Caribúes en la bruma.
La niebla y la luz difusa que envuelven la escena hacen que los animales parezcan desvanecerse en la inmensidad blanca, como si fueran un recuerdo que se borra. Y eso, probablemente, es justo lo que el fotógrafo quiso transmitir: la desaparición silenciosa de una especie que ha sido símbolo del Ártico durante milenios.
Los caribúes están sufriendo un fuerte declive en muchas de sus poblaciones, especialmente en América del Norte. El cambio climático está alterando su hábitat a pasos agigantados: los inviernos más cálidos provocan lluvias sobre la nieve que luego se congelan, formando capas de hielo que dificultan el acceso al liquen, su principal fuente de alimento. A esto se suman las molestias causadas por la fragmentación del territorio, la actividad minera y forestal, y la construcción de infraestructuras que interrumpen sus rutas migratorias. En los últimos veinte años, algunas manadas han perdido hasta el 90 % de sus individuos; y lo que antes eran migraciones masivas de decenas de miles de caribúes parecen cada vez más un recuerdo en la bruma.
Foto: Katie Orlinsky.
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