Traidorcillo
Curveando
Ayer fui a comprar a una charcutería.
Estaban preparando lo que les había pedido cuando llegó una nueva clienta: una señora mayor, calculo que con más de 80 años, apoyando el peso de su cuerpo en un bastón, apuntó con el dedo a la mortadela y pidió:
- Pónme de éso.
- ¿Cuánto quiere, señora?
La señora sacó de su monedero una pequeña bolsa de plástico, en cuyo último rincón llevaba envueltas dos monedas de euro.
Las sacó y dijo:
- Pónme dos euros.
El charcutero, con todo el respeto del mundo y como si estuviera sirviendo a su mejor clienta, cortó rodajas de mortadela hasta llegar a los dos euros, y aún añadió alguna más.
- Aquí tiene, señora, son dos euros.
La anciana los pagó y guardó su compra como si estuviera guardando un tesoro.
Y yo, poder adquisitivo "cómodo", me quedé mirando a la anciana y al cariño con el que guardaba su compra, y me pregunté: ¿cuántas de estas personas hay en nuestro país?
Y pensé en la futilidad de muchas de nuestras quejas cuando nos toca pagar por una revisión de nuestra moto, por un nuevo accesorio, por la "sangría" que supone pagar un seguro, una ITV, una multa merecida... si las enfrentamos a la realidad misma de la vida.
Mañana un chiste, pero hoy... no.
Estaban preparando lo que les había pedido cuando llegó una nueva clienta: una señora mayor, calculo que con más de 80 años, apoyando el peso de su cuerpo en un bastón, apuntó con el dedo a la mortadela y pidió:
- Pónme de éso.
- ¿Cuánto quiere, señora?
La señora sacó de su monedero una pequeña bolsa de plástico, en cuyo último rincón llevaba envueltas dos monedas de euro.
Las sacó y dijo:
- Pónme dos euros.
El charcutero, con todo el respeto del mundo y como si estuviera sirviendo a su mejor clienta, cortó rodajas de mortadela hasta llegar a los dos euros, y aún añadió alguna más.
- Aquí tiene, señora, son dos euros.
La anciana los pagó y guardó su compra como si estuviera guardando un tesoro.
Y yo, poder adquisitivo "cómodo", me quedé mirando a la anciana y al cariño con el que guardaba su compra, y me pregunté: ¿cuántas de estas personas hay en nuestro país?
Y pensé en la futilidad de muchas de nuestras quejas cuando nos toca pagar por una revisión de nuestra moto, por un nuevo accesorio, por la "sangría" que supone pagar un seguro, una ITV, una multa merecida... si las enfrentamos a la realidad misma de la vida.
Mañana un chiste, pero hoy... no.
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