Re: ankor on tour 2005. Fes.
Para los mas impacientes aqui estàmos nuevamente, para intentar transmitir algo de lo mucho que han captado nuestros sentidos.
En la etapa de hoy nos hemos adentrado hacia el interior del pais, dejando atràs la linea de costa que no volverémos a encontrar hasta nuestra llegada a Casablanca.
Partimos de Larache sobre las 08:00 con una manana que presagiaba lo que iba a ser el resto de la jornada en la que no han existido las nubes y el sol ha estado verdaderamente fuerte. Detràs dejamos la sonrisa de nuestro amigo Hamid que tan bien ha cuidado de nuestras motos en el exterior del Hotel, algunos dirhams de propina y una foto que prometemos enviarle a la direccion del hotel.
Las Gs`s toman rumbo a Ksar el Khebir por una ancha avenida tan populosa como todas y que pierde un tanto de la imagen de encanto que presentaba la parte colonial de la ciudad.
Al igual que en la jornada de ayer, observamos la presencia de personas que caminan por los màrgenes de la carretera, como si deambularan sin sentido, sin rumbo fijo. Otros permancen resguardados en cualquier sombra por pequena que sea esperando el paso de las guaguas. Guaguas que, en ocasiones no son màs que furgonetas grandes a las que se accede por las puertas traseras y sin ningùn tipo de ventana lateral ni puerta.
Todo es campo, verdes extensiones de cultivo se abren paso a ambos lados de la via, sin orografia alguna que interrumpa la vista. Encontramos un asentamiento humano, llamado Zouda. Zouda no viene en el mapa, es como una isla de miseria en un mar de pobreza. El lugar de los que no tienen nada. Desolador.
Paramos un instante las motos y los chiquillos se agolpan a nuestro lado. No dicen nada, solo se hablan entre ellos y nos observan con los ojos bien atentos para no perder detalles.
Lo de los pibitos lo llevo muy mal, tengo momentos en los que me hace dano, instantes en los que siento verguenza del destino que me ha tocado vivir en contraposicion con el de estas criaturas. Se me hace complicado y ya van varias en que se me rayan los ojos tras las gafas y tengo que apretar los labios para seguir.
En Ksar el Khebir entramos por su avenida. El zoco se agolpa en varias transversales en el medio de la poblacion. Puestos de todo tipo, de las mas variopintas mercaderias en los que podemos encontrar libros de texto compartiendo vecindad con cuartos de vaca colgando de un toldo. Los olores se confunden, se transforman desde los mas agradables a los màs fuertes. Ciertos aromas ni siquiera nos son distinguibles para nuestro olfato.
Una breve parada sirve para que en un parpadear se nos acercacen decenas de chiquillos, que como es costumbre no dicen nada, solo estàn ahi miràndonos. Mientras estamos en esas, vemos pasar una R80 cargada hasta arriba y con las maletas llenas de pegatinas que advierten de muchos kms a sus lomos.
Las carreteras son buenas; eso si carecen de arcén. Se encuentran limpias y el asfalto es algo rugoso. En ciertos lugares màs cercanos hacia la zona de Ouazzane tiene un desnivel a ambos bordes, afectando a un tercio de su anchura con un reborde que màs conviene no pisar.
Asi, entre campos y verdes cultivos que se mezclan con paisajes màs àridos de tonos negros, marrones y amarillos, bosques de eucaliptos y olivos vamos cubriendo kms. y acercàndonos a nuestro destino de etapa.
Vamos comprendiendo que este es un lugar de fuertes contrastes donde igual te acercas a un àrea escolar donde los pibitos caminan cargados con sus mochilas con libros como te acercas a un zoco donde un nino camina cargado con un saco de grano. Casas que no presentan excesivas diferencias con las de nuestro entorno a mujeres y chiquillos agolpados junto a fuentes para llenar garrafas del agua que no llega hasta sus hogares.
Manadas de burros pastando, tan pegados a la carretera que da miedo pasar junto a ellos. Burros de intenso color negro, tan chicos que parecerian un perro grande.
En la mitad de la ruta; tocamos Ouazzane. El estruendo de nuestras motos se abre paso entre la ingente multitud que recorre sus calles. Imagen que se repite en cada punto, un zoco infestado de gentes por doquier que se mueven en una absoluta expresion de caos.
Nos alejamos un poco del gentio y nos paramos en la Plaza central del pueblo, con el pomposo nombre de la Plaza de la Independencia.......yo también quisiera tener una.
El rito de los ninos es también endémico donde quiera que paremos. Estos parecen màs abiertos, nos sonrien y saludan. Noto que alguien me toca un brazo mientras trasteo en mis cosas, me giro y veo una sonrisa inmensa con dos ojazos negros y redondos que me dicen algo que no entiendo. Me està regalando una flor...una flor de ibiscus roja. Nuevamente a tragar las gotas que intentan manar de mis ojos......cabron chiquillo. ;D ;D ;D
Nos quedamos a comer en el lugar en un puesto del zoco que prepara comida tradicional. Nos tratan como reyes poniendonos una mesa en el exterior justo al lado de las motos. Degustamos un riquisimo tagine de pollo regado con dos de esas coca-colas grandotas.
Un poco abollados por el almuerzo salimos rumbo a Fes. Aùn nos quedan unos 150 kms, que se haràn eternos debido a la cantidad de paradas que hacemos para impregnarnos de los paisajes que descubrimos y que necesariamente debemos fotografiar.
Pasado Ouazzane, los puestos que ayer eran de melones hoy son de granadas, que por el tamano diria que siguen siendo melones.
En el cruce de un Ouad vemos desde el pûente un camion pegado al rio y un monton de pibitos y mujeres lavando la ropa y recogiendo agua. Todo un espectàculo que decidimos ver desde cerca, asi que pista para adentro y llevamos las GS`s hasta la misma orilla donde nos relajamos un rato viendo las tareas de estas gentes.
A unos 30 kms de Fes se pierden los paisajes que nos venian acompanando para aparecer unas montanas de color blaquecino y rosàceo a lo largo del horizonte. Su presencia pronto lo cubre todo en un paisaje yermo y sin vegetacion. Hasta que un lago se descubre en su centro. En sus proximidades el verde se hace de todos los tonos posibles, llenando todo de vegetacion.
Al fin Fes aparece ante nuestros ojos. Habiamos quedado con Sabha Alaoui, una guia conocida a través de Jodidoloco. Todo un encanto, que nos mostro cada rincon de la Medina de esta gran y populosa ciudad de un millon y medio de habitantes. Callejones destinados a cada gremio donde realizan sus labores y llenando cada pequeno espacio de sus productos.
Ocho siglos de historia bajo nuestros pies y ante nuestras miradas. Todo belleza.
Para finalizar una grata cena en compania de esta ya amiga en la terraza del Restaurante Kasbah; situado junto a la puerta principal de la Medina. Desde sus sillas de madera labrada, mientras una cadenciosa musica àrabe inunda nuestros sentidos vemos ascender la luna junto a la torre de la Mezquita regalàndonos un digno espectàculo para despedir el dia.
Nos vemos en ruta.