En este tiempo que estoy sola no lo puedo evitar y creo que es normal, acudo mucho a mis recuerdos, mayormente a lo vivido con Víctor pero mi cabeza también le da por pensar que hemos hecho para merecer esto llegando siempre a la misma conclusion, cuando te toca, te toca, repaso mi vida y la verdad nunca me he dejado doblar, siempre he ido a la mía y eso no es bueno, así me ha ido, por suerte mis hijos han hecho caso a la frase, haz lo que digo, no lo que hago, muchos de los que me conocen y han conocido que saben por lo que he pasado, me dicen o me han dicho, que fuerza de voluntad, gracias pero no, solo es cabezonería en seguir mi camino y aprender de lo que vivo, ensayo, error hasta que me sale, no me he rendido nunca, he errado muchas veces pero eso me lo trago y he aprendido a fuerza de golpes pero he necesitado tenerlos, si, podía haberme quedado por el camino pero aquí sigo incordiando a algunos, no soy del gusto de todos, abrir senda es complicado, soledad palpable y real, obstáculos que hay que sortear y el camino para llegar es más largo, no me esfuerzo en apartarlos, no me merece la pena el enfrentamiento, sería más fácil si siguiera el camino mayoritario y señalizado, pero algo dentro de mi se rebela y me siento peor que asumiendo mis errores.
He tenido los casi 20 últimos años buenos, muy buenos, Víctor me sacó de las pesadillas y acabo con mis pesadillas, con el me había acomodado a mi manera, quiero decir Víctor creo una rutina para mí en la que me sentía cómoda pero todo se acaba y eso se acabó.
Ahora tengo que volver a reinventarme, demostrarle lo que siento también en lo malo, agradecerle todo lo que ha hecho por mi, con lo especial que soy y no rendirme, como nunca he hecho.
Ya lo he dicho en otras ocasiones pero es de bien nacidos ser agradecidos y yo lo estoy mucho, GRACIAS por leer los delirios a las 10 de la noche de una abuela solitaria, aunque lo último espero acongojada que no por mucho tiempo