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Con un poco más de serenidad, dejadme compartir con vosotros lo que le he escrito a Antonio, que sé que lo leerá allá en donde esté:
CARTA A MI AMIGO LIMÓN:
Cuando entré en este mundo de las motos, no pensé en la cantidad de “buena gente”, y “gente buena” que iba a conocer.
Una de esas personas fuiste tú Antonio.
No sólo me ganaste como amigo, sino también como terapeuta.
En los momentos malos que pasé tras el accidente de moto que tuvimos Susana y yo, fuiste quien trató sus lesiones.
Recuerdo el primer día en el que pude intercambiar charla contigo, allá por Boadilla, en una de esas cenas veraniegas al aire libre. Todos los que allí estaban, hablaban maravillas de ti como terapeuta, y a cada cosa que te contábamos, tu nos respondías con claridad, esperanza, serenidad y confianza.
Y cuando ya acudimos a la consulta, yo sentado en un taburete del gabinete, veía como manipulabas las articulaciones de mi santa, y hacías tus imposiciones de manos. Al principio pensaba que eras “un mago”; y no estaba equivocado.
Pero…”mago”….¿de qué?.
Año tras año, hemos seguido viéndonos fuera y dentro de tu consulta. Y pese a que yo siempre he pensado que eso del YIN y el YAN, el ZEN y el ZAN, lo HUMANO y lo DIVINO, lo MORTAL y lo INMORTAL, …eran cosas o sentimientos que no cabían en mi mentalidad de medico tradicional, con el tiempo he descubierto que ES VERDAD.
Y digo “MAGO”, porque desde mi ignorancia mecánica y motera, cada comentario tuyo era un chorro de sabiduría, experiencia y confianza. Y con cada manipulación terapéutica, otra inyección de paz, armonía, sensatez y calma….mucha calma.
Tal vez sin tu saberlo (aunque como mago que te he considerado siempre, seguro que lo sabías), has reconducido alguna parte de mi vida.
Recuerdo muchas cosas, que se me agolpan en la cabeza….Tu “Desoxidante al Limón” por esos puertos de Madrid, tus explicaciones sobre la manera de entrar en curva, sobre la técnica para no cansarse encima de la moto, …y muchas, muchas más.
Y hablo de reconducir mi vida en algún momento, porque a ti te debo mi vuelta a las ganas de montar en moto.
Sabes que pasé una mala racha con la BMW y cómo le dijiste a Susana, que “la gordi” era la moto que yo necesitaba por mi fisonomía y mis limitaciones físicas. Y no te equivocaste, ni en eso.
Por eso, cuando te fuiste el sábado a ese viaje que tarde o temprano haremos todos, perdí no sólo a un amigo, sino a un MAESTRO.
Maestro de la Vida.
Y será difícil reponerse de este palo, pero estoy seguro de que tú me dirías que la vida sigue y que de toda caída hay que levantarse.
Y así lo haré por ti, por mí y por el inmenso respeto que te he tenido.
Un abrazo allá donde me esperes.
Un abrazo AMIGO ANTONIO
(Tenía que contarlo....perdonadme)